Aunque el independentismo en Quebec es mucho menor hoy que hace 20 años y nadie plantea celebrar un nuevo referéndum, los quebequeses se sienten menos canadienses que nunca. Es lo que André Lecours define como ‘La paradoja de Quebec’, una de las cuestiones expuestas durante la presentación de L’Idée Fédérale el 15 de octubre de 2015 en Barcelona. A continuación reproducimos la primera parte de su exposición*
Deseo empezar hablando del federalismo en Canadá y el encaje
de Quebec, una situación que es comparable en muchos aspectos con lo que ocurre
hoy en Cataluña. Los últimos años han marcado una gran diferencia para Quebec. Veinte
años atrás los quebequeses votaron en un referéndum, con una pregunta larga y complicada
de entender, pero con la que en esencia se quería saber si Quebec quería ser un
país independiente. Los resultados de la votación fueron muy ajustados y mucha
gente creyó que con otro referéndum se conseguiría. Sin embargo, esto no
ocurrió.
Hoy en día se ha conseguido cierta estabilidad en Canadá y
nadie pide otro referéndum pero existe una paradoja: aunque el independentismo
en Quebec es mucho menor que hace 20 años, al mismo tiempo los quebequeses se
sienten menos canadienses que nunca. Hay estudios sobre esto, es una realidad bien
documentada: el sentimiento de identidad canadiense ha bajado y ha subido el
sentimiento de identidad quebequense. El federalismo ha hecho que los quebequeses
se sientan menos canadienses que nunca. Es una buena y una mala noticia,
depende de cómo se mire.
La causa de esta situación se puede encontrar en las bases
institucionales de la condición federal de Canadá. Esta estructura de matriz
federalista, convierte el argumento independentista en una cuestión poco
creíble. Existe un alto nivel de autonomía legislativa y administrativa por
parte de las regiones, con competencias exclusivas en educación, salud, código
civil, recursos naturales, policía y orden público y relaciones laborales.
También existe un alto nivel de autonomía fiscal con un
porcentaje de recaudación del 80% de recursos propios en el que el 20% restante
proviene de transferencias del estado federal, con pocos condicionantes.
Sin embargo, el federalismo es más que las instituciones. Hay
dos aproximaciones o puntos de vista que se corresponden a la política
desarrollada por el partido liberal y la desarrollada por el partido
conservador en las últimas décadas.
El partido liberal de Canadá gobernó de 1993 a 2005 y
desarrolló programas nacionales y estrategias con el punto de vista de favorecer
la unidad nacional. La idea era que el gobierno de Canadá estuviera presente y
visible en Quebec de forma que los quebequeses desarrollaran sentimientos de
identidad canadiense. Paralelamente, el gobierno de Quebec desarrolló programas
nacionales en áreas donde el gobierno tiene competencias, dirigidas a reforzar
la identidad nacional quebequesa.
El partido conservador ha gobernado los últimos nueve años,
con un estilo que se ha llamado federalismo abierto, que funciona como
compartimentos estancos. Los conservadores creen que el federalismo es más
seguro si cada nivel de gobierno de sitúa en sus competencias específicas, que
están establecidas en dos artículos de la constitución. Cada nivel de gobierno
es autónomo en el desarrollo de las mismas. El estado federal se comporta como
si no fuera necesario hablar entre los diferentes niveles de gobierno. Así el
gobierno federal se ha concentrado en sus competencias: macroeconomía,
justicia, ley y orden y política exterior.
Yo no soy partidario de los conservadores pero su
aproximación ha hecho disminuir la intensidad del conflicto en Quebec. Probablemente
porque ha ayudado a reducir el apoyo al independentismo y los continuos
conflictos con el gobierno quebequés, aunque al mismo tiempo ha disminuido el
sentimiento identitario canadiense.
"¿Le espera también a Cataluña una paradoja como la de Quebec? Es difícil de decir"
El apoyo al independentismo se situa actualmente alrededor
del 34% en Quebec.
Este declive no se explica sólo por las políticas de los
gobiernos federales, es también resultado de cambios internos en Quebec. Un
ejemplo son los jóvenes. Algunos políticos soberanistas decían que los
unionistas morirían y que los jóvenes serían cada vez más independentistas, pero
no ha sido así. Los jóvenes que a los 20 años eran más independentistas ahora
no lo son a los 30 años. Quizás porque tienen responsabilidades profesionales y
familia, o han tenido tiempo para recapacitar, o por las experiencias
dramáticas que se vivieron en los años noventa con las negociaciones entre
Quebec y Canadá.
A pesar de todo esto, la federalización de Canadá ha
debilitado el sentimiento canadiense. Algunos canadienses piensan que ha
fallado la política de reconocimiento. Muchos francófonos quebequeses sienten
que son una nación y preferirían ser un estado independiente, pero los
anglófilos no se sienten así y es difícil reconocerlo sin afrontar unos
elevados costes. Por eso la constitución no lo reconoce, aunque mucha gente
piensa que si el reconocimiento se hiciera, los quebequeses se sentirían más
cómodos en Canadá. Esta falta de reconocimiento se transmite a las nuevas
generaciones a través de las escuelas. El poco sentido de identidad canadiense
también es el resultado de la construcción nacional quebequesa a través de los
símbolos, que ha sido muy exitosa. Actualmente todo se llama nacional en Quebec:
la capital, la asamblea... y aunque el partido liberal que gobierna Quebec no
es independentista, sí piensa que Quebec es la nación y Canadá es el estado.
En relación a la situación de Cataluña, siento aquí como si
estuviera viviendo lo mismo que sucedió en Canadá hace veinte años. Pienso que
es necesario el compromiso y avanzar en algunos aspectos. Pero hay que marcar
límites. En Canadá se tiene muy claro que no se puede ir más allá en la
descentralización y las discusiones sobre la constitución son importantes, pero
muy peligrosas. En Canadá existía una fuerte convicción debque el independentismo
cambiaría con la reforma constitucional, en un momento en que un 60% de los
quebequesese querían la independencia.
Cuando veo España pienso que hacen falta más relaciones
intergubernamentales y a pesar de que en Canadá no se habla entre los
gobiernos, existen redes establecidas entre diferentes niveles administrativos,
donde la comunicación es permanente y existen contactos y oficinas
intergubernamentales. Se ha dicho que todo es perfecto en el federalismo
quebequés pero hay cosas que no me gustarían para Cataluña.
¿Le espera también a Cataluña una paradoja como la de
Quebec? Es difícil de decir. En relación al federalismo, es verdad que aún hay
cosas que no funcionan pero es un proceso en construcción que sirve para
gestionar problemas complejos, las soluciones no son fáciles ni rápidas. Hay
que mirar a largo plazo. Lo más importante es ir generando cultura federal, que se basa en las reclaciones intergubernamentales y el
diálogo, en definir las reglas compartidas y en la cooperación. Estas son cuestiones
que no se solucionan sólo con la reforma constitucional.
*Transcripción y adaptación de Mireia Esteva y Beatriz Silva