¿Es más ético ser federalista?¿Lo son valores asociados al federalismo como la justicia redistributiva o la moderación? La autora reflexiona sobre estas cuestiones y llega a la conclusión que cualquier camino implica hablar, pactar y acordar cómo queremos vivir. Este texto es una transcripción de parte de la intervención de Victoria Camps, catedrática emérita de ética de la UAB, en un debate que tuvo lugar en el Colegio de Psicólogos de Cataluña con representantes de la ANC*
A
menudo me preguntan qué posición es más ética. ¿La del independentismo? ¿La del
federalismo? Estamos en una sociedad que ve la realidad en términos de blanco o
negro, que busca posiciones claras y tiende a desdeñar los matices y las dudas.
Mi
respuesta es que ésta no es una cuestión que tenga que ver con la ética, es una
cuestión puramente política. Querer la independencia de Cataluña es una opción
política legítima. Tan legítima como querer una España federal.
Esto
no quiere decir que en lo que aquí en Cataluña se denomina “el proceso” no
existan elementos que se puedan analizar desde un punto de vista ético.
Personalmente
creo que la posición federalista es más justa porque propugna una distribución
de recursos más amplia: los federalistas no queremos sólo ser justos con los
que están dentro de Cataluña que es un concepto más estrecho. Queremos la
justicia redistributiva a nivel español, europeo y mundial. Nos preguntamos: ¿por
qué ajustarnos sólo al marco catalán? Es algo que ahora resulta evidente con la
crisis de los refugiados que estamos viviendo en Europa y que excede a las
fronteras.
Creo
que otro valor federalista importante es el de la moderación que propugnaba
Aristóteles. El federalismo no está en ninguno de los extremos y favorece el
debate, el diálogo, la convivencia y el pacto. Es una postura más moderada.
A
pesar de todo esto, no es más ético querer que Cataluña sea una comunidad
autónoma, un estado independiente o parte de una España federal. Todos
estimamos Cataluña, todos queremos un reconocimiento claro de nuestra identidad
y un reparto más justo de los recursos. Compartimos muchas cosas. Lo que no
compartimos es lo que deducimos a partir de todo esto. Porque no es una
cuestión puramente racional, es también sentimental.
Lo
que sucede con los argumentos a favor de la independencia o del federalismo es
que a partir de unos hechos, unos deducen que las cosas se debe hacer de una
manera y otros, de otra. Unos creen que no hay nada que hacer y prefieren irse
y otros preferimos seguir dialogando aunque sea difícil. Hay una insatisfacción
compartida pero no nos ponemos de acuerdo sobre lo que hay que hacer. Ninguna
de las dos opciones es racional, lo que hay detrás son sentimientos. Y
sentimientos no compartidos por todos, por eso es complicado.
Creo
que en Cataluña nos hemos equivocado en los últimos tiempos, hemos entrado en
un camino sin salida. No nos entendemos porque hablamos desde las emociones y
esto hace que estemos enrocados en nuestras respectivas posiciones sin una voluntad
de entender la del contrario. De nada sirve dialogar si una de las partes dice:
“ya no hay nada de qué hablar”. No es una postura razonable y la razonabilidad
es importante para poder dialogar. Es, como dice el filósofo John Rawls, la virtud fundamental de la
democracia.
¿Qué
significa ser razonable? Significa escuchar al otro con empatía, exponer
nuestras razones de manera que resulten entendibles para nuestro interlocutor.
Se trata de persuadir (no convencer) a la otra parte de que nuestra posición es
mejor. Se trata de no partir desde posiciones inmovilistas como si fueran
dogmas religiosos ya que esto último hace imposible el diálogo.
Hay
una cosa que sí está clara en la situación que atraviesa Cataluña: no hay más
remedio que ponerse de acuerdo. Dentro de Cataluña y entre Cataluña y el resto
de España. Incluso si llegamos algún día a la independencia no podremos hacerla
de ninguna manera que no sea hablando, pactando y acordando cómo vamos a ser
independientes, qué se queda cada uno, cómo nos repartimos lo que haya que
repartir. A una hipotética independencia de Cataluña sólo se puede llegar
mediante el acuerdo.
Esto no es muy distinto a lo que proponen los federalistas. Federarse es unirse para poner en común todas aquellas cosas que las partes que se unen piensan que tienen que poner en común y al mismo tiempo respetar las diferencias que siguen manteniendo. Esto implica discutir que tenemos en común y qué queremos ceder al gobierno central, a Europa o a un gobierno mundial si existiera. Es decir, cualquiera de los caminos, el federalismo o la independencia, implicar hablar, pactar y acordar como queremos vivir.
Esto no es muy distinto a lo que proponen los federalistas. Federarse es unirse para poner en común todas aquellas cosas que las partes que se unen piensan que tienen que poner en común y al mismo tiempo respetar las diferencias que siguen manteniendo. Esto implica discutir que tenemos en común y qué queremos ceder al gobierno central, a Europa o a un gobierno mundial si existiera. Es decir, cualquiera de los caminos, el federalismo o la independencia, implicar hablar, pactar y acordar como queremos vivir.
*Transcripción y edición de Santiago Vallejo y Beatriz Silva
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