lunes, 19 de mayo de 2014

¡Qué suerte! ¡Soy europea! (Por Carme Valls-Llobet)

La UE es gobernanza compartida a todos los niveles lo que quiere decir federar y compartir las decisiones. Los euroescépticos no saben que comen, respiran y beben mejor gracias a la Unión Europea pero utilizan su salud y energías para ir en contra de quien les ha beneficiado


El debate de los candidatos a las elecciones europeas, interesante entre los candidatos a la presidencia, no ha podido superar los límites de una mirada provinciana en muchos de los candidatos de España. Pero especialmente en Cataluña el no-debate de ideas se ha hecho manifiesto porque en lugar de ideas nuevas o de razones para votar el día 25, para algunos Europa sólo es una gran institución que nos ha de querer o negar, pero que no significa ni un modelo de gobierno con políticas públicas bien definidas ni un modelo de convivencia.


Más del 75 % de las leyes que rigen nuestras vidas cotidianas se han decidido en el Parlamento Europeo y para bien


Parece que hayamos olvidado que más del 75 % de las leyes que rigen nuestras vidas cotidianas se han decidido ya en el Parlamento Europeo, y menos mal, porque si hubiésemos esperado tenerlas de gobiernos más próximos, quizás nuestras vidas y nuestra salud hubieran empeorado hasta límites insostenibles. Algunos euroescépticos creen que sólo los impuestos o la presión fiscal pueden provocar cambios y que como no los decide Europa, no la necesitamos para nada.
Hanna Arendt  reflexionando sobre si la política tenía algún sentido decía “el criterio de la acción en el interior de la esfera política misma no es ya la libertad sino la competencia y la capacidad de asegurar la vida”. En Europa tenemos ya directivas que afectan profundamente la calidad de vida de todos sus habitantes. Hemos regulado sobre los niveles de contaminación atmosférica que eran inaguantables y se han puesto multas a las ciudades que todavía no han cumplido (por ejemplo, en Madrid y Barcelona). Se ha limitado el uso de pesticidas y prohibido los más contaminantes, aunque algunos agricultores franceses aún crucen la frontera para comprarlos en España. La agencia Europea del Medicamento es estricta en la autorización y uso de medicamentos y los alimentos transgénicos no han sido autorizados ampliamente. La exigencia de la depuración del agua potable y la ayuda para las depuradoras ha llegado del presupuesto europeo, aliviando así la mala praxis de poner cloro en el agua de los pequeños pueblos cuando al día siguiente había una inspección de Sanidad.

Para algunos Europa sólo es una gran institución que nos ha de querer o negar pero que no significa ni un modelo de gobierno con políticas públicas bien definidas ni un modelo de convivencia


El Plan sobre Salud y medio Ambiente de la UE es uno de los mejores del mundo y aunque sus directivas para que se vigile especialmente la contaminación de embarazadas, niños y niñas y personas mayores no se han cumplido en todos los países, los objetivos están fijados y podemos aspirar a un medio ambiente que no contamine la salud.  Sin el Parlamento Europeo estas directivas no existirían, y aunque los euroescépticos, no saben que comen, respiran y beben mejor gracias a la Unión Europea, utilizan su salud y energías para ir en contra de quien les ha beneficiado. 
Es la competencia y la capacidad de asegurar la vida lo que da valor a la política, en mayúsculas, y este ha sido uno de los valores de la unión de Europa en la diversidad. Continuar decidiendo las políticas públicas que nos van a regir en el futuro entra en el espacio de la libertad personal y decidir en clave vital, con mente abierta y pensando que el futuro de nuestra salud en relación al medio ambiente no tiene fronteras y sólo se puede resolver en espacios de gobierno amplios, regionales y en algunos casos como en las emisiones de CO2 mundiales.  Gobernanza compartida a todos los niveles, lo que quiere decir a la larga, federar y compartir las decisiones. Menos mal que soy europea. Y que tengo la suerte de poder votar libremente. 

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