viernes, 21 de abril de 2017

Ante la tumba de Antonio Machado (por Carlos Jiménez Villarejo)

Intervención de Carlos Jiménez Villarejo ante la tumba de Antonio Machado en Colliure con motivo de la visita de un grupo de Federalistes d’Esquerres el 2 de abril de 2017


Atravesada la frontera, con su madre, su hermano José y su esposa Matea, por Port- Bou, finalmente exhaustos, llegan a Colliure donde encuentran alojamiento en el Hotel Bougnol-Quintana, que dirigía Pauline Quintana.
Su hermano, ante el estado ánimo del poeta dice: ”No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco sobreponerse a la angustia del destierro”.
Una tarde, Machado baja al Salón con una pequeña caja de madera, un joyero. Se lo entrega a Pauline y le dice:·” Es tierra de España. Si muero en este pueblo, quiero que me entierren con ella”.
Cuando Pauline trata de hacerle desistir, el poeta dice: “Mis días, Señora, están contados”
Machado muere el dia 22 de febrero a las tres y media de la tarde.
Ian Gibson, después de narrar la muerte del poeta, reproduce estos versos:
“Ciego, pidió la luz que no veía.
Luego, llevó, sereno
El limpio vaso, hasta su boca fría,
De pura sombra- oh, pura sombra- lleno.
El entierro fue estrictamente civil y de una sobriedad acorde con el pensamiento y la manera de ser del poeta.
Antes de su inhumación, Julián Zugazagoitia – un año después, fusilado por Franco- pronuncia un discurso fúnebre en medio de un dolorido silencio. Tras una emocionada semblanza de la vid y obra del poeta, concluye con una copla del poeta:
“Corazón, ayer sonoro,
¿ta no suena
tu monedilla de oro?
Desde nuestro infinito agradecimiento a la vida y obra del poeta, podemos concluir con estos dos grandes versos:
Vive, esperanza, ¿quién sabe
lo que se traga la tierra? y
Late, corazón, no todo
se lo ha tragado la tierra.

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