El debate argumental no se ha centrado en Cataluña en comprender qué puentes se han roto, sino que se ha centrado en defender sólo una idea: que la independencia resolverá cualquier problema. Olvidándose muchas veces de debatir proyectos de futuro frente al paro, los desahucios, la pobreza, la corrupción, la desnutrición creciente de nuestros niños y niñas, la emigración forzosa de nuestros científicos y nuestros jóvenes, los recortes en educación y los repagos y recortes en sanidad
Para los que hace más de cincuenta años que creemos que el federalismo es la mejor solución para resolver los conflictos territoriales cuando hay diversidad de lengua, de culturas, de historia y de convivencia, es un hecho positivo que el debate sobre la organización política de nuestro futuro haya entrado plenamente en la agenda política. Aún son escasos los verdaderos debates en profundidad pero estoy segura que se multiplicarán en el futuro.
Al acabar la pasada campaña
electoral catalana ya tuve la
misma sensación que Fernando
Vallespín: "hemos perdido una magnífica ocasión para ahondar en las causas
del agravio, en la comprensión profunda de las razones que hay detrás de esta
explosión de una sociedad que hasta ahora siempre ha dado muestras de moderación
y propensión al diálogo". Le agradecí personalmente su voluntad de
comprender y entender y su queja implícita de que aparte del Manifiesto de los
300 no hubiera encontrado eco en
muchos sectores de la sociedad civil, mediática o asociativa de toda España.
Pero desde entonces creo que
también en Catalunya hemos desperdiciado muchos momentos, ya que el debate
argumental no se ha centrado en Cataluña en comprender quien y qué puentes se
han roto, sino que se ha centrado en defender sólo una idea: que la independencia
resolverá cualquier problema. Olvidándose muchas veces de debatir proyectos de
futuro frente al paro, los desahucios, la pobreza, la corrupción, la desnutrición
creciente de nuestros niños y niñas, la emigración forzosa de nuestros científicos
y nuestros jóvenes, los recortes en educación y los repagos y recortes en
sanidad.
Si somos una sociedad con
esperanzas de un futuro mejor, hemos de debatir con energía y serenidad qué
aspectos del estado de bienestar y qué prioridades queremos para el futuro,
incluido nuestro derecho a decidir.
Para clarificar los debates hemos de empezar a llamar las cosas por su nombre evitando subterfugios que hacen confundir la parte como si fuera el todo según los intereses más o menos explícitos de quien pronuncia los discursos. En este campo creo necesario reflexionar en qué queremos decir cuando hablamos de España y Cataluña, y en otro argumento ampliamente repetido: de que no podemos federarnos con nadie porque al otro lado (¿del Ebro?) no hay federalistas.
Hablemos de los gobiernos, de los programas, de lo que proponen, de los proyectos futuros, pero por encima de todo: hablemos
Para clarificar los debates hemos de empezar a llamar las cosas por su nombre evitando subterfugios que hacen confundir la parte como si fuera el todo según los intereses más o menos explícitos de quien pronuncia los discursos. En este campo creo necesario reflexionar en qué queremos decir cuando hablamos de España y Cataluña, y en otro argumento ampliamente repetido: de que no podemos federarnos con nadie porque al otro lado (¿del Ebro?) no hay federalistas.
Existe una constante confusión y
una premeditada forma de hablar para que parezcan sinónimos España y Madrid, de
todo lo negativo que nos ocurre, cuando las decisiones que nos afectan dependen
de la voluntad de un gobierno o del partido que lo dirige. Se pretende
confundir la voluntad de la mayoría
de la ciudadanía con los intereses de unas determinadas personas, o en palabras de Juan José Lopez Burniol
"con los intereses de un núcleo (hoy político-financiero-funcionarial y
mediático) que tiene por objetivo prioritario el control del Estado que
instrumentaliza al servicio de sus negocios privados, cubriéndose con la
bandera del nacionalismo español".
Atizando odios como hizo el PP,
recogiendo firmas en toda España contra Catalunya, se confunden los
sentimientos de un partido con los del resto de los ciudadanos y ciudadanas.
Existe una constante confusión y una premeditada forma de hablar para que parezcan sinónimos España y Madrid, de todo lo negativo que nos ocurre, cuando las decisiones que nos afectan dependen de la voluntad de un gobierno o del partido que lo dirige
La indiferencia y el menosprecio
de los gobernantes de turno hacia las injusticias de financiación en Catalunya
ha servido para alimentar el odio y la animadversión de muchas catalanas y
catalanes de buena fe, confundiendo a los gobernantes y a las instituciones,
como la desgraciada sentencia del Tribunal Constitucional, recortando una parte de un Estatuto
aprobado democráticamente por el pueblo catalán, y por otra parte, plenamente
vigente, sin tener en cuenta que no representan la posición de la mayoría de
los españoles y españolas. Tampoco los que hablan a favor de una determinada
opción política, sea la independencia o mayor centralismo, se pueden arrogar la
representación de toda Catalunya.
Hablemos de los gobiernos, de
los programas, de lo que proponen, de los proyectos futuros pero por encima de
todo: hablemos. Por suerte ya hemos visto que más de un 40% de españoles
consultados creen que tenemos derecho a decidir y a ser consultados y ya son
muchos los que piensan que la Constitución debería modificarse.
Una segunda confusión proviene
de la gran distancia (casi un abismo) entre el debate político entre partidos y
la España real, que vive, trabaja, hace ciencia, se organiza en redes y
desarrolla proyectos que dan esperanza a la vida cotidiana. Cuando alguien me
dice que no hay federalistas en España, les pregunto también cuanto tiempo hace
que no habla, trabaja, come, se pasea o se escribe con alguna persona del otro
lado del Ebro.
Desde los tiempos de la
dictadura de forma clandestina y en los tiempos de la democracia, el ejercicio
de la libertad individual como no-dominación está permitiendo el ejercicio de
las voluntades políticas individuales, en formas de participación en
organizaciones no gubernamentales, voluntariado, asociaciones vecinales,
movimientos cívico-políticos y redes de ciudadanía organizada por profesiones,
por afinidades en conseguir objetivos o para defender derechos específicos de
ciudadanía.
De esta forma mientras algunos
políticos piensan que sólo existe la España (única u odiada, o inexistente como
proyecto), otra España vive y
bulle en la realidad. Existen
redes de profesionales de la salud, redes de sindicalistas, redes de
asociaciones de discapacitados, de feministas, de ecologistas, de jugadores y
aficionados a determinados deportes o aficiones. Una gran cantidad de redes se
cruzan y entrecruzan en todo el territorio español, y se entrecruzan también con otras redes que realizan
sus actividades en toda Europa y en todo el mundo. Los diversos grupos de ciudadanos
y ciudadanas organizados saben dar la mano a las personas afines y saben
compartir objetivos comunes.
Espontáneamente y sin necesidad
de muchas asesorías jurídicas se han organizado ya de forma federal, han
construido puentes. Si federar es compartir, y federalismo quiere decir
mantener objetivos comunes manteniendo la capacidad y el derecho de decisión de
las partes, la mayoría de las organizaciones ciudadanas que quieren ver
respetados sus intereses como parte de una organización, y quieren aprovecharse
de las ventajas de compartir objetivos, precisamente para que una parte no se
aproveche de la otra, se han organizado federalmente.
Federar es compartir y federalismo quiere decir mantener objetivos comunes manteniendo la capacidad y el derecho de decisión de las partes. La mayoría de organizaciones ciudadanas en España ya se organizan federalmente
La mayoría de estas
organizaciones han nacido de forma plural, y respetan la diversidad de sus
miembros. Su organización no es radial con un centro y una periferia, sino que
se organiza en malla o en red y abarca en muchos casos prácticamente todos los
territorios de España. La España real ya es federal.
Frente a los discursos políticos
encorsetados que se reducen a consignas que pretenden hacernos ver la realidad
sólo en blanco y negro, las redes federales de España la llenan de matices, de
riqueza, de diversidad y de esperanza. Por mucho que algunos de los políticos pretendan enfrentar a la ciudadanía de
una Comunidad o de un territorio con la otra, la realidad cotidiana los
desmiente, aunque su soberbia enturbie su mirada y sus oídos. A diario nos
escribimos y nos reunimos, sin que el ruido que meten los separadores, nos haga
sentir excluidas y excluidos. Hacemos ejercicios de respeto a las diferencias y
además nos gusta conocerlas, disfrutarlas y aprender de ellas. Sería bueno que muchos
políticos aprendan de los lazos que ya ha establecido la ciudadanía e intentaran
debatir de verdad en lugar de agredirse a golpe de titulares prensa.
En el futuro, lleno de
incertidumbre económica, no podremos cerrar los ojos a las demandas reales, y
hemos de continuar tratándonos con respeto, sin explotaciones mutuas y con
solidaridad.
No estoy de acuerdo en
establecer estrategias de miedo previo a los debates. Más que miedo de estar o
no en Europa, me da miedo continuar en manos de políticos corruptos, o de
oposiciones ficticias para que no se debatan las corrupciones de forma abierta
en el Parlamento. Me dan miedo los
gobiernos que rebajan impuestos a los casinos o liquidan una ley del Tabaco que
ya ha probado disminuir muertes para dar gusto a inversores con dinero de
dudoso origen. Y también me dan miedo que ocultemos en el debate por los
derechos nacionales, los derechos sociales y políticos que tanto nos ha costado
conseguir.
Pero en democracia el Ágora está
abierta para que pensemos y decidamos conjuntamente como vamos a vivir en el
futuro sin imposiciones encubiertas, y a mi modo de ver con formulas de
organización federales, que son las más eficaces y respetuosas con la
diversidad real de la ciudadanía, alejadas de formulas presidencialistas o
verticales que no prevén espacios de nueva democracia ciudadana.
!Hablemos de todo lo que nos
afecta! Es la propuesta de nuestra asociación de Federalistas de Izquierdas!
Tot això que comenta és molt bonic. La llàstima és que, per bé o per mal (per mal, sens dubte), la principal acció política és fa per i des dels partits polítics. I aquí de federalistes no n'hi ha enlloc a la riba espanyola de l'Ebre. Portem massa temps intentant-ho. És hora de canviar de marxa. Adéu Espanya! si la majoria ho decideix.
ResponderEliminarHe llegit amb atenció i respecte aquest comentari. Entenc per la seva lògica implícita, que si es demostra que hi ha federalistes més enllà de l'Ebre serà una cosa bona, que reforçarà molt les tesis federalistes. Argumento aquí (http://progresrealprogresoreal.blogspot.com.es/2013/10/el-profesor-perez-tapias-invita-al.html) que sí que hi ha aquests federalistes. En l'últim any, el PSOE, IU, l'editorial del diari El Pais, el del Financial Times, i un manifest d'intel·lectuals espanyols, s'han pronunciat a favor del federalisme. Crec que seguir dient que no hi ha federalistes més enllà de l'Ebre és estar una mica desinformat, amb tot el respecte. Una recent enquesta deia que un 40% dels espanyols estava a favor del federalisme (http://politica.elpais.com/politica/2013/09/07/actualidad/1378575608_609403.html). Encara no és una majoria, però dir que no n'hi ha és un tòpic que ja no serveix.
ResponderEliminarSigo con mucho interés los debates y comentarios sobre federalismo desde hace ya bastante tiempo y tengo la impresión (diría incluso convicción) de que no se sabe bien de qué se habla cuando se habla de federalismo. Esto ocurre en no pocos estudios sobre el tema (a quién se le cuente no lo creerá!), imaginemos entonces lo que será de ese 40 % de españoles que según las encuestas están a favor del federalismo. En un libro que tengo en prensa, y que saldrá en 2014 (La teoría de la federación en la España del siglo XIX) trato de explicar precisamente la necesidad que tenemos de aclarar y definir bien los conceptos clave del debate federal, pues de otro modo hablamos en el aire y el federalismo acaba siendo una suerte pócima mágica con la que resolver todos los problemas y en la que nadie cree, naturalmente. Mi enhorabuena en cualquier caso por este espacio de intercambio y debate tan necesario sobre el federalismo, y mi invitación también a que participéis en un blog que tengo abierto sobre el tema (Publius & Brutus: http://www.cartasfederalistas.com/).
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge, pondremos tu blog en la lista de blogs recomendados y seguiremos en contacto.
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