Ha llegado el momento de abordar sin tabúes la necesidad de abrir un proceso constituyente que nos permita construir un nuevo país. Debemos avanzar hacia una unidad federal desde el reconocimiento de la realidad plurinacional, defendiendo la igualdad de derechos y servicios básicos para toda la ciudadanía. El federalismo hace posible la cooperación y la solidaridad interterritorial con la pertenencia a una organización política común
(Este texto es un resumen de la intervención de Patricia Luquin, diputada y portavoz de Izquierda Unida (IU) en las cortes de Aragón, en la presentación de Federalistes d’Esquerres en Zaragoza el 25 de febrero de 2015)
Las ideas federalistas deben
actualizarse para responder a las necesidades de un mundo globalizado, donde siguen
teniendo vigencia como alternativa a los Estados nacionales centralizados. En sociedades
complejas y cada vez más plurales, donde los ciudadanos exigen más cercanía del
poder, pero que al mismo tiempo se tienen que insertar en organizaciones políticas
supranacionales en las cuales crece la interdependencia económica, política y
social, el federalismo ofrece herramientas suficientes para manejar las muchas
dificultades y contradicciones con que se enfrentan.
El federalismo hace posible la cooperación y la solidaridad interterritorial, el respeto y la integración de diferentes identidades
El federalismo hace posible una profundización de la democracia y de la participación ciudadana, el autogobierno local y regional, la cooperación y la solidaridad interterritorial, el respeto y la integración de diferentes identidades, la compatibilidad entre autodeterminación y pertenencia a una organización política común. Nuestra propuesta federalista edifica la organización política sobre la idea de pacto y negociación multilateral.
Frente al Estado nacional entendemos que
debemos avanzar hacia la aceptación del Estado postnacional que ya no puede
fundamentarse en los principios de soberanía, independencia, integridad territorial
y unidad nacional o cultural, sino en los de interdependencia, libre
determinación y pluralismo. Unidad federal desde el reconocimiento a la
realidad plurinacional, que defiende la igualdad de derechos y servicios básicos
para toda la ciudadanía vivan donde vivan, con plena igualdad de prestaciones y
derechos en todas las unidades federadas.
La base del Estado federal es una unidad territorial
que cuenta con potestad constitucional y legislativa propia. El Estado federal
permite que cada unidad preserve su identidad y comparta y se enriquezca con
otros aspectos en el seno de la nueva comunidad. La Constitución federal debe
recoger la participación de las unidades federadas en la conformación de la
voluntad federal. Ésta participación, así como su autonomía legislativa,
constituyen elementos esenciales del tipo de autonomía política presente en
este tipo de organización territorial.
El Estado postnacional ya no puede fundamentarse en los principios de soberanía, independencia, integridad territorial y unidad nacional o cultural, sino en los de interdependencia, libre determinación y pluralismo
Defendemos un modelo de Estado que
permita acomodar el pluralismo de identidades, capaz de tener un discurso común
donde se reconozca la diversidad; un Estado plurinacional no únicamente en el
sentido de que suponga unir varias naciones sino también porque permite la
convivencia en el mismo territorio y en la misma comunidad de personas que
tienen concepciones distintas sobre la nación a la que pertenecen y que
mantienen distintos sentimientos de identidad.
Sólo un Estado pluralista, que admita
que en su seno pueden convivir varios sentimientos de identidad nacional, puede
dar satisfacción a ciudadanos que imaginan de diversa forma la nación. Sólo un
estado que profundice en la democracia a través de la descentralización y el
autogobierno territorial en todos los niveles es capaz de manejar con soltura
los inevitables conflictos de identidad y convivencia y de resolverlos a través
del diálogo y el consenso.
Para que la ciudadanía pueda
ejercer el derecho a decidir en defensa de la democracia y el Estado es
necesario ganar la hegemonía para desarrollar un proceso constituyente
republicano que propugnamos en el conjunto del Estado, es aquí donde la
propuesta de modelo de estado Federal Solidario encuentra su plena legitimación
democrática; en articular una propuesta para todos los territorios de la España
plurinacional, de carácter avanzado con el fin de construir el nuevo país que
encaja en el nuevo Estado, descentralizado en lo político y unitario en término
de derechos sociales para la mayoría trabajadora.
Hay que articular una propuesta para todos los territorios de la España plurinacional, de carácter avanzado con el fin de construir el nuevo país que encaje en el nuevo Estado, descentralizado en lo político y unitario en término de derechos sociales para la mayoría trabajadora
Un
proceso constituyente concebido como herramienta democrática para ejercer el
derecho a decidir desde una perspectiva social y de clase. Un proceso
constituyente para construir un Estado que represente y defienda a la mayoría
social trabajadora. Un proceso constituyente para que, en legítima defensa de
sus derechos políticos y sociales, la mayoría social trabajadora ejerza el
derecho a decidir, a partir de una arquitectura de Estado que le permita
reclamar los derechos de ciudadanía que le son propios. En definitiva un
proceso constituyente para un nuevo país.
Creemos y así defendemos que el proceso debe partir del reconocimiento de la superación de la Constitución de 1978, que se ha quedado obsoleta. Debe ser un proceso abierto a la participación de muchos actores, a nivel colectivo e individual, y horizontal. Uno de los objetivos del proceso debe ser crear herramientas permanentes de participación y de revocación de los gobernantes y representantes por parte de la ciudadanía. El propio proceso tiene que tener como objetivo utilizar un lenguaje entendible y cercano, para que todos y todas puedan hacer política. Pensamos que ha llegado el momento de abordar sin tabúes, desde la serenidad, el rigor, pero también desde la audacia política, la necesidad de abrir un proceso constituyente que nos permita construir un nuevo país. Un nuevo país que en definitiva esté al servicio del interés general y que devuelve a la soberanía a los verdaderos protagonistas de nuestra democracia.
Creemos y así defendemos que el proceso debe partir del reconocimiento de la superación de la Constitución de 1978, que se ha quedado obsoleta. Debe ser un proceso abierto a la participación de muchos actores, a nivel colectivo e individual, y horizontal. Uno de los objetivos del proceso debe ser crear herramientas permanentes de participación y de revocación de los gobernantes y representantes por parte de la ciudadanía. El propio proceso tiene que tener como objetivo utilizar un lenguaje entendible y cercano, para que todos y todas puedan hacer política. Pensamos que ha llegado el momento de abordar sin tabúes, desde la serenidad, el rigor, pero también desde la audacia política, la necesidad de abrir un proceso constituyente que nos permita construir un nuevo país. Un nuevo país que en definitiva esté al servicio del interés general y que devuelve a la soberanía a los verdaderos protagonistas de nuestra democracia.
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