martes, 28 de julio de 2015

Un nuevo consenso socialdemócrata (por Raúl Millán)

¿Cómo romper el statu quo actual? Defendiendo firmemente la federalización definitiva de la Unión Europea. Reclamar sin ninguna tibieza la hacienda única, mutualizar la deuda, la redistribución de regiones ricas a pobres, una toma de decisiones democrática a través de mecanismos federales como un sistema bicameral y un gobierno europeo democráticamente electo



La Unión Europea nace sobre un pilar fundamental en la Europa de la posguerra: el consenso socialdemócrata. La socialdemocracia logró, por numerosos motivos que tampoco vamos a resolver en un pequeño artículo, mover la sociedad europea y los partidos de la derecha, hacia la democracia social.



Los 70 años desde el fin de la última guerra mundial representan el período de mayor prosperidad y equidad jamás conocido en la historia de la humanidad. Para los hijos de la Comunidad Europea, y luego Unión Europea, Europa es un símbolo de lo mejor de nosotros.
Sin embargo, la Gran Recesión, con el substrato dejado por la Revolución Conservadora, ha conseguido romper definitivamente este consenso socialdemócrata por la redistribución de la riqueza, la igualdad y la misma democracia. La UE está dividida en países acreedores y deudores. Y solamente una de las dos partes es capaz de hacer efectivos sus intereses, puesto que es una relación que carece de equilibrio. De ahí que, recientemente, el gobierno griego haya sido el último ejemplo de una serie de gobiernos de izquierdas que no tiene otro remedio que aceptar las condiciones de austeridad que impone el stablishment europeo. Porque no hay otra alternativa en la unión monetaria sin el apoyo de los demás socios.
El papel de la socialdemocracia se ha dividido entre ser vencidos o, si son los socialdemócratas del norte, aliados de la austeridad suicida porque, de forma poco sorprendente en el contexto de repliegue nacional europeo, sus votantes también prefieren no pagar al sur los platos rotos. Contra esta nueva desidia nacionalista que pone en peligro el proyecto europeo, la socialdemocracia tiene que recuperar su rol tradicional tendiendo puentes entre las posiciones maximalistas para lograr victorias efectivas frente al impasse del ellos contra nosotros, tanto de los moralistas de la ética protestante como los que solamente ven nazis en Alemania. Recuperar la lucha por la equidad, la justicia social y la democracia.
¿Cómo reconstruir el consenso socialdemócrata? Rompiendo el statu quo. ¿Cómo romper el statu quo actual? Defendiendo firmemente la federalización definitiva de la Unión Europea. Reclamar sin ninguna tibieza la hacienda única, mutualizar la deuda, la redistribución de regiones ricas a pobres, una toma de decisiones democrática a través de mecanismos federales como un sistema bicameral, un gobierno europeo democráticamente electo. También los deudores tienen que entender sus responsabilidades, mecanismos de control de gasto en época de bonanza, reformas fiscales profundas que hagan de sus finanzas algo funcional, economías competitivas y no los tinglados y pelotazos del empresariado rentista sureño.
La socialdemocracia europea está atrapada en el falso consenso europeo que solamente está destruyendo la unión. Cuando algunos gobiernos nacionales no tienen salida para hacer efectivas las preferencias de su ciudadanía, ¿qué democracia queda? ¿Qué sentido tiene votar en España o Grecia si la votación importante es la del Bundestag?
Las generaciones jóvenes han sido tradicionalmente más europeístas que sus antecesores. ¿Pero quién nos representa en el Parlamento Europeo? Lleno de eurófobos, de neonacionalistas, de derecha conservadora, socialdemócratas sin proyecto y nuevas izquierdas que se mueven entre el repliegue nacional y euroscepticismo ambiguo, nadie tiene la fuerza para romper la baraja y establecer un nuevo juego democrático.
La socialdemocracia fue en décadas pasadas hegemónica porque era la voz de trabajadores, jóvenes, humildes, desamparados y progresistas. Daba salida a nuestros sueños de libertad, prosperidad e igualdad. Ahora, sin embargo, solamente es la muleta en la que el PPE se apoya para debilitar la democracia social, deshacer los logros de décadas de la lucha obrera y progresista.
La única forma posible de mantener viva nuestra vocación por la igualdad y la justicia social es reconstruyendo el consenso europeo. Mover los tóxicos debates moralistas sobre el sur derrochador y el norte trabajador hacia cómo resolver los desajustes de mejor forma, donde la pobreza pueda combatirse, donde juntos tengamos todos un lugar donde nuestras decisiones en las urnas tengan salida y no estén sujetas a la aceptación de otros gobiernos que no podemos votar.
En conclusión, el futuro de la socialdemocracia debería pasar por ejercer de una vez su poder para romper con un statu quo nocivo, que amenaza las bases ideológicas de su misma existencia, para reconstruir una Europa federal y mucho más justa que lo que muchos jóvenes hemos conocido en nuestra vida adulta.

lunes, 20 de julio de 2015

La lista unitaria (por Adrià Casinos)

Quizá la diferencia entre referéndum y plebiscito no esté jurídicamente clara, pero sí que lo está en el ámbito político. Los plebiscitos se convocan para sancionar una situación de facto. El secesionismo se cree precisamente en esa situación de irreversibilidad, producto de largos años de engrasar cuidadosamente el mecanismo




En práctica médica es cosa ampliamente aceptada que la peor situación para un posible enfermo, es la incertidumbre. El diagnóstico, aunque sea malo, es la única y mejor solución. Pues bien, los ciudadanos catalanes ya tienen su diagnóstico en el pacto firmado por Convergència y ERC. Pero diagnóstico no implica necesariamente terapia. Sobre todo en el presente caso, cuando los galenos se empeñan en afirmar que el enfermo está sanísimo, mientras que para cualquier observador objetivo los síntomas de metástasis comienzan a ser evidentes.
Y sin embargo creo sinceramente que la mayor parte de comentaristas que no comulgan con el secesionismo, aunque son conscientes de la enfermedad, no van más allá de recetar aspirina. En una palabra, creen que el pacto y su articulado no son más que gesticulaciones y bravuconerías. Que la supuesta declaración de independencia en 6 meses (antes era en 18) es imposible. Y en eso reside el error. Creer lo que quieren hacerles creer. Lo que las fuerzas secesionistas están fijando no es la fecha de la separación, sino la del conflicto. El objetivo es crear un conflicto lo suficiente grave y desestabilizador como para que, en el contexto europeo de soberanía limitada, los que cortan el bacalao decidan que los costos de mantener la unidad son demasiado elevados, y fuercen al gobierno español a aceptar la secesión. Ni más ni menos. Por supuesto que la jugada puede fallar. Esa misma oligarquía puede llegar a la conclusión que una balcanización del flanco sudoeste europeo es suicida, y no solo se pida a Madrid mano dura, sino que se le exija. El tiempo lo dirá.
Y digo eso porque me parece que el panorama que tendremos el 28 de setiembre está bastante claro. La lista unitaria, más los diputados de la CUP, que aplazarán por supuesto la revolución pendiente, más quizá algún tránsfuga de eso que se ha dado en llamar “izquierda transformadora”, y una ley electoral a medida, no van a dar una mayoría apabullante, pero sí suficiente, en escaños. Y resulta absurdo intentar que los secesionistas se definan sobre qué mayoría consideran suficiente para proclamar la independencia, o si esta ha de ser de votos o escaños. Utilizarán la que tengan, sin sonrojo ni escrúpulos, basándose en el carácter plebiscitario que quieran dar a las elecciones, y que es imposible neutralizar. Este país lleva tres años en el total desgobierno, girando alrededor de un tema monocorde, y el bloque soberanista va a poner toda la carne en el asador para que cualquier otra propuesta política quede difuminada, y tenga un peso irrelevante en la opción de voto. No creo que sea casualidad que haya elegido el adjetivo plebiscitarias en lugar de “referendarias”. Quizás la diferencia entre referéndum y plebiscito no esté jurídicamente clara, pero sí que lo está en el ámbito político. Los plebiscitos se convocan para sancionar una situación de factoAsí el que siguió al “Anschluss” o los diversos que llevaron a la unidad de Italia, a remolque de la solución militar (magistralmente inmortalizados por Visconti en “El gatopardo”). El secesionismo se cree precisamente en esa situación de irreversibilidad, producto de largos años de engrasar cuidadosamente el mecanismo. Y probablemente tenga razón, desde el punto de vista de la generación del conflicto, que está servido.

domingo, 12 de julio de 2015

Srebrenica, l’horror ètnic vint anys després (per Siscu Baiges)

A la guerra de Bòsnia, entre els anys 1992 i 1995, van morir unes cent mil persones. Iugoslàvia va esclatar i el paroxisme ètnic es va apoderar dels més fanàtics. Europa va fracassar en preveure i aturar aquelles horribles guerres al seu sí. Ha après dels seus errors? El comportament insolidari que ha mostrat en la crisi grega no invita a l’optimisme




“La matinada de l’11 de juliol de 1995, una columna de milicians de l’autoproclamada República Srpska comandats per el General Ratko Mladic, va ocupar Srebrenica, declarada enclavament segur per les Nacions Unides. Va demanar als cascos blaus holandesos que abandonessin el lloc i quarter general de Potocari on s’havien establert. Les dones i nens van ser obligats a agafar a peu la ruta de Tuzla, mentre que els homes, grans i joves, van romandre a la població. Posteriorment un llistat de 8.373 homes es varen donar per desapareguts”.
Són paraules de la sentència del Tribunal Penal Internacional pels crims de l’ex-Iugoslàvia. Una sentència que parla de ‘genocidi’. Rússia acaba d’oposar-se al Consell de Seguretat de Nacions Unides a utilitzar aquest terme per qualificar aquella massacre de ciutadans bosnians. El seu ambaixador a les Nacions Unides, Vitaly Churkin, considera que parlar de ‘genocidi’ és “políticament esbiaixat i augmentaria les tensions ètniques a Bòsnia”.
No vaig tenir ocasió de preguntar-li què en pensava de l’ús d’aquesta paraula a la noia nascuda a Srebrenica que va prendre la paraula, dissabte, al costat del Born barcelonès, en l’acte que en va fer memòria. Tenia un any quan es va produir la tragèdia. Després de passar molts anys en un camp de refugiats ha anat a petar a Barcelona i, entre sanglots, va dir que no odiava els assassins però es preguntava què explicaria als seus fills l’home que va matar el seu pare.



Pasqual Maragall, l’alcalde que va mobilitzar la Barcelona de la qual n’era alcalde per solidaritzar-se amb Sarajevo i els Balcans ferits per la guerra, també hi va assistir. Va ser una de les persones que va llegir noms dels nois i homes morts aquell dia. Se’n van llegir 961. En van quedar molts per llegir. Com la feina que queda pendent per restaurar la confiança i la convivència a Srebrenica i el conjunt dels Balcans.
Eliminats els bosnians, Srebrenica ha quedat dins la república sèrbia de Srpska. Té un alcalde serbi oficial i un alcalde bosnià elegit a l’exili. Un cop l’any es viu la ficció de la reconciliació i enterren al cementiri de Srebrenica els cossos de les víctimes que s’han pogut recuperar. Aquest any han estat 136.
Fa vint anys aquest esclat de violència es vivia a Europa, la nostra Europa. A la guerra de Bòsnia, entre els anys 1992 i 1995, van morir unes cent mil persones. Iugoslàvia va esclatar i el paroxisme ètnic es va apoderar dels més fanàtics. Molts catalans en van ser testimonis. Alguns d’ells es van retrobar al Born, dissabte. Periodistes com Carles Bosch, Eric Hauck o Xavier Rius Sant. Polítics com l’esmentat Pasqual Maragall, Raül Romeva o Carles Campuzano. Treballadors de l’Ajuntament, com Manel Vila, ànima de la trobada, amb el seu Districte 11 City to City. D’altres que no van tenir una presència o actuació directa ara fa vint anys van solidaritzar-se amb les víctimes: l’alcaldesa Ada Colau i diputats i regidors de diferents partits polítics.
Tots ells es van emocionar amb la breu intervenció de la jova bosniana. També els membres de les associacions que van organitzar l’acte i d’altres iniciatives que, aquests dies, intenten que el nom de Srebrenica no s’associï només al genocidi de l’11 de juliol sinó a la mobilització per la reparació de les víctimes i l’esperit de reconstrucció. S’hi ha avocat l’European Observatory on Memories, la Fundació Solidaritat UB, Igman, Pau i Solidaritat i l’Institut Català Internacional per la Pau, a més de Districte 11 City to City.

Europa va fracassar en preveure i aturar aquelles horribles guerres al seu sí. Ha après dels seus errors? El comportament insolidari que ha mostrat en la crisi grega no invita a l’optimisme.

viernes, 3 de julio de 2015

Grècia: els costos socials del dèficit federal (per Francesc Trillas)

El contracte social confederal a Europa basat en els estats-nació fa aigües per tot arreu. Cal una Europa solidària, democràtica, federal: la nostra autèntica tercera república. No hi ha dos eixos, ni podem posar parèntesis a l’avenç social. Europa ha de triar: o misèria o federalisme. 

Una Europa renovada, solidària, democràtica i sense fronteres: la nostra autèntica tercera república
La situació a Atenes provocada per la ruptura de les negociacions entre els representants europeus i el govern grec i la convocatòria apressada del referèndum del diumenge 5 de juliol ha posat de manifest els enormes costos socials del dèficit federal que viu la Unió Europea (i el món en general): pensions impossibles de cobrar en la seva totalitat, caixers que no donen diners, control de capitals, incertesa sobre el valor dels propis estalvis o salaris o valor dels béns de capital, etc. És a dir, els costos socials i humans dramàtics d’una economia que ha deixat de funcionar.



No es tracta aquí d’assignar culpables. Però ni les polítiques d’austeritat imposades pels creditors unilateralment, ni les polítiques de sobirania nacional ignorant que existeixen els creditors (que estan en altres països, amb els seus electorats), no han servit ni estan servint per evitar els problemes que com sempre recauen en els sectors més vulnerables de la societat grega.
La situació a Grècia il·lustra clarament la fal·làcia de la “teoria dels eixos”, la teoria segons la qual la política es pot dividir en un “eix social” i un “eix nacional”, que són independents: un pot adoptar una posició en un eix, i independentment una altra en l’altre eix. Un pot ser sobiranista de dretes, o sobiranista d’esquerres, perquè els plans social i “nacional” no tenen res a veure. A Grècia avui es pot veure que el debat sobre la sobirania nacional i el federalisme afecta directament la qualitat de vida, de fet les possibilitats de vida, de les persones reals.
La teoria dels eixos porta fàcilment a la “tesi del parèntesi”: “abandonem temporalment les nostres diferències en l’eix “social”, per lluitar per l’estat-nació preferit, ja sigui Catalunya, Grècia, Alemanya, Israel o Espanya”. Aquests parèntesis de vegades acaben durant dècades o segles. Però el fet és que en el món global d’avui, sense un projecte sobre l’arquitectura institucional del poder (sense un projecte federal) no pot haver-hi projecte social. Com ja es va veure en el debat sobre la independència d’Escòcia, una unió monetària, per exemple, és incompatible amb la sobirania nacional. Però no només la unió monetària, sinó també altres qüestions que superen clarament l’estat-nació: les desigualtats, la immigració, el frau fiscal, el canvi climàtic…
Dani Rodrik, l’autor que diu que l’estat-nació és incompatible amb la globalització i la democràcia, té un article recent on es lamenta de l’existència del “dèficit federal” a Europa. Diu que l’error del projecte europeu tal com existeix avui en dia és que pretén que hi hagi un mercat, però diverses arenes polítiques. És hora de posar en marxa autèntics mecanismes de política europea, no només el Parlament Europeu, sinó també un tresor europeu amb un pressupost i uns impostos de la zona euro. Mentre els responsables polítics alemanys només hagin de retre comptes bàsicament als ciutadans alemanys, i el mateix els grecs, ningú tindrà en compte els interessos compartits. Si hi hagués institucions federals democràtiques que obliguessin a això, avui Grècia seria com un dels petits estats dels Estats Units: una mica més pobre, però no molt, i estable. Sense una transferència de sobirania dels estats-membre a la Unió Europea, aquest espai de cooperació i solidaritat seguirà sent una fal·làcia.
I els líders estatals de les esquerres, es diguin Sánchez o Iglesias, llencen pedres contra els seus propis objectius socials si el que fan és només mostrar grans banderes “nacionals” o fer crides a la “sobirania nacional”, quan el que calen són nous líders federalistes que apuntin a l’única solució a llarg termini dels problemes socials de la ciutadania europea: una Europa federal. A mi m’hagués agradat més un Sánchez amb una bandera normal espanyola al costat d’una europea (les dues amb el seu pal, d’una grandària humana, institucionals), i que en el seu discurs en comptes de dir “Espanya” trenta vegades i Europa dues (d’acord, una per parlar de l’Europa federal, però no és suficient), hagués parlat més de la necessitat d’unir tots els espanyols a favor d’una Europa renovada, solidària, democràtica i sense fronteres: la nostra autèntica tercera república. I m’agradaria que Pablo Iglesias fés el mateix i deixés d’embarbussar-se parlant uns dies de la “sobirania” i altres de la “sobirania nacional” sense que se sàpiga si parla de Catalunya, de Grècia o d’Espanya (quan en realitat hauria de parlar d’Europa, que per cert és d’on és diputat).
El contracte social confederal a Europa basat en els estats-nació fa aigües per tot arreu, està obsolet, és un anacronisme. El mite de la sobirania nacional avui produeix fam, almenys a Grècia (i qui sap on demà) i a més impedeix construir democràcies de qualitat. La millor democràcia és aquella on els responsables polítics gestionen els problemes en la dimensió adequada i rendeixen comptes directament a la ciutadania. Avançar en un horitzó federal (diferents nivells de govern democràtics adaptats a l’abast geogràfic dels problemes) evita la fam i millora la qualitat democràtica impedint l’acumulació d’àrees de poder on no es rendeix comptes a ningú.

Europa ha de triar: o misèria o federalisme.