domingo, 21 de agosto de 2016

Asimetría y federalismo (por Pedro J. Sánchez Gómez)

Para que una España federal tenga futuro, hay que asegurar que la asimetría de competencias no implique diferencia de derechos. Fuera de ejemplos obvios como la lengua, no es en absoluto evidente qué competencias se deben atribuir a un estado federado en concreto y no a los restantes. El cupo del País Vasco y Navarra es un ejemplo de lo que no debe ocurrir



En el término federal caben cosas muy distintas, y aunque a los federalistas se nos tacha a veces de vendedores de panaceas, somos conscientes también de que si no se hace de la manera adecuada, una España federal puede generar nuevos problemas.
En un artículo anterior, España a muerto, larga vida a España, señalaba algunos de los problemas políticos a los que nos enfrentaríamos el día siguiente a que aceptásemos una reforma federal de la constitución. En concreto, sostenía que la distribución actual en comunidades autónomas no sería válida como base para definir unos eventuales estados federados, de modo que deberíamos plantear una nueva. En esta ocasión quiero ahondar en un momento anterior: el de la definición del modelo federal. 
Quiero argumentar que ciertas asimetrías entre estados nos pueden conducir a un país injusto, en el que ciertas regiones cuenten con una ventaja constitucional sobre el resto. Voy a defender que para que una España federal pueda tener futuro, para que a medio plazo no nos veamos de nuevo en la disyuntiva de, o bien tener que introducir reformas sustanciales, o bien romper la baraja, la asimetría de competencias ha de aplicarse con mucho cuidado, limitada a cuestiones obvias, y sin que en ningún momento toque aspectos que puedan poner a una región en situación de privilegio.
El argumento a favor de la asimetría de competencias dentro de un estado federal parece de sentido común: puesto que los diferentes estados federados representan situaciones diversas, lo lógico es que cada uno cuente con instrumentos políticos distintos. Parece claro, por ejemplo, que las comunidades con lengua propia han de contar con competencias específicas para su protección y promoción. 
Sin embargo, fuera de ejemplos obvios como éste, no es en absoluto evidente qué competencias se deben atribuir a un estado federado en concreto y no a los restantes. Más aún, si se piensa en la cuestión con un poco de frialdad, lo razonable parece que todos los estados cuenten con instrumentos políticos equivalentes. Pensemos, por poner el caso, en esos ejemplos de libro de asimetría federal que los españoles venimos padeciendo (o gozando) desde hace más de treinta años: el sistema de concierto y cupo del País Vasco y de Navarra. El que el desarrollo de estas leyes no haya causado más conflicto es algo que, francamente, me resulta incomprensible, y no creo que ni siquiera el estrés político producido por el terrorismo de ETA baste para explicarlo. Sea como sea, este caso ilustra perfectamente los peligros de la asimetría de competencias.
Las regiones limítrofes al País Vasco y Navarra se han venido quejando desde el primer momento de los perjuicios económicos que el sistema de conciertos les provoca. De hecho, han acudido a distintas instancias para forzar si no su derogación, sí su modulación con el fin de suprimir lo que perciben, a mi juicio con toda la razón, como privilegios. En ocasiones estas reclamaciones han llegado a tribunales europeos, dando lugar a situaciones particularmente sangrantes: Llegados a Bruselas, han sido los abogados del estado (del Estado Español, obviamente) los que han defendido la postura vasca y navarra. De este modo, los ciudadanos castellanos de La Rioja, Cantabria y Castilla-León han visto como no sólo no pueden intervenir en los asuntos económicos del País Vasco o de Navarra, sino como tampoco el gobierno central los defendía de fronteras para fuera. Vascos y navarros, en esta cuestión concreta, tienen más poder que castellanos o aragoneses.
Creo que la extensión de la asimetría más allá de unas pocas cuestiones perfectamente delimitadas conduciría más pronto que tarde a disfunciones de este estilo. Y esto llevaría o al empobrecimiento resignado de ciertas regiones en beneficio de las dotadas de más competencias, o a que esas regiones perjudicadas se negasen a participar en el sistema. 
Pero aparte del deseo de conseguir, o de mantener, ventajas económicas frente a otras regiones, se suelen argüir otras dos razones para defender un estado federal asimétrico. Por un lado, la voluntad de los ciudadanos de algunos territorios de afirmar la identidad nacional de su tierra frente al resto del país. Por otro, la necesidad de superar el “café para todos” la replicación mimética de los modelos competenciales catalán y vasco en todas las comunidades autónomas, por artificiales que resulten algunas de ellas desde el punto de vista histórico o cultural. Son cuestiones íntimamente relacionadas, y de tratarlas independientemente provienen muchos de los malentendidos que ensucian el debate territorial en España.
En cuanto a la necesidad de reconocimiento nacional, todos los españoles debemos comenzar a asumir como propias la tarea de defender las instituciones históricas de cualquier parte del país, así como la promoción del catalán, el vasco y el gallego. Y esto, desde luego, supone aceptar una clara asimetría institucional entre los distintos estados federados. 
Junto a esto, muchos consideran que regiones como la Comunidad de Madrid, o la Rioja, entre otras, creadas ad hoc como instituciones políticas en la confusión del primer desarrollo de la Constitución de 1978, no pueden tener un marco competencial equivalente al de, por ejemplo, Cataluña. Y a mi juicio, los que piensan así tienen razón. No se puede poner en pie de igualdad constitucional a Cantabria o Castilla-La Mancha y a Cataluña. Esta equiparación va en contra de cualquier coherencia política  y consagra una lógica algo delirante que lleva a construir una legitimidad histórica y cultural ex post para territorios que no tienen más razón de ser que la puramente administrativa. ¿Pero entonces, cómo preservar la personalidad catalana, o vasca, sin introducir asimetrías injustas?
Según lo veo yo, la única salida pasa por la unión de las cinco comunidades autónomas castellanas en un solo estado federal, Castilla. Con este solo cambio, el diseño territorial del país en su conjunto cambia radicalmente. Comprendo el miedo que este movimiento puede causar en muchos castellanos: una recentralización a medias puede ser tan mala, o peor, que una vuelta al modelo previo a las autonomías. Los ciudadanos de la Rioja, Cantabria o Madrid pueden sentir como una desventaja la pérdida de unas instituciones autonómicas a las que se han acostumbrado, y que perciben como cercanas y eficientes. Creo, con todo, que un estado federado castellano puede adoptar un modelo descentralizado, sin que esto suponga una proliferación de la burocracia y la multiplicación de gastos.
En contra de una opinión muy extendida, se podrían mantener las diputaciones con competencias ejecutivas muy amplias en cada una de las provincias castellanas, dotándolas, eso sí, de un sistema de elección directa por parte de los ciudadanos. A su vez, sería conveniente introducir la comarca como ente administrativo, con el fin de asegurar una gestión que asegure la defensa del territorio.
Creo, por último, que las apreturas económicas actuales pueden ser más una ventaja que un impedimento para una reforma federal. Puesto que los recursos son escasos deberemos ser muy prudentes; la federalización ha de introducir, además de una racionalidad política, una eficiencia económica. Y tanto una como otra sólo son viables si se recurre a la asimetría de competencias de un modo muy cuidadoso, evitando los privilegios.

Pedro J. Sánchez Gómez es profesor del Departamento de Didácticas de las Ciencias Experimentales de la Universidad Complutense de Madrid



martes, 9 de agosto de 2016

Les 10 preguntes més freqüents sobre el federalisme (per Francesc Trillas)

És Espanya una federació? I Europa, ho és? Què ens falta per considerar-nos federals? És tard per al federalisme? Per a què serveix? A continuació la resposta a aquestes preguntes i a tot allò que alguna vegada has volgut preguntar sobre el federalisme i no has gosat mai fer-ho 



1-En què consisteix el federalisme?

La paraula ve de Foedus (pacte), o Fides (confiança) i consisteix en un sistema pactat de govern multinivell on cada nivell té competències clares i ben finançades seguint el principi de susidiarietat, i es compromet a no transgredir les d’altres nivells. El govern es comparteix en allò que és comú i cada nivell de govern rellevant rendeix comptes directament davant de la ciutadania i no davant d’altres governs. En els sistemes federals es respecta i es promou la diversitat cultural i lingüística com una riquesa comuna a la vegada que es coopera per resoldre els problemes que són compartits. Es descentralitza no només la gestió sinó també el poder polític i al mateix temps, es comparteix el poder polític en allò que cal ser solucionat a un nivell més alt però que pot requerir l’input dels nivells més propers a la ciutadania. El federalisme sol ser una bona vacuna contra el centralisme a tots els nivells i la concentració de les infrastructures: en moltes federacions la capital no és la ciutat més gran o la capitalitat està repartida.

2-Quins són els orígens històrics del federalisme?
Ja a la Grècia clàssica es troben exemples de ciutats-estat que es federaven per assolir objectius comuns. Els Estats Units d’Amèrica a la Convenció de Filadelfia a finals del segle XVIII van posar les bases de la federació més poderosa del planeta, amb un sistema de pesos i contrapesos on el federalisme era una peça clau de la nova democràcia. Suïssa, Canadà, Austràlia, Índia, Sudàfrica són altres exemples de federacions que permeten gestionar la diversitat i el govern dels afers col·lectius. En les antigues colònies (Estats Units, Canadà, Índia), les grans federacions han permès construir sistemes millors que els que han basat la independència en la construcció de petites nacions com ha succeït a gran part d’Àfrica. El federalisme ha fracassat allà on no ha anat acompanyat de democràcia, com va ser el cas de Iugoslàvia o la Unió Soviètica. Brasil, Mèxic, i Argentina són casos de federacions a Amèrica Llatina que intenten incorporar solucions que han funcionat bé en les federacions més reeixides. L’intent de construir una federació europea a partir de la segona guerra mundial, amb la declaració de Ventotene de Spinelli i Rossi, està en les bases de la Unió Europea i els esforços per assolir una unió cada vegada més forta entre països que durant segles s’havien enfrontat violentament.

3-Quina és la relació entre federalisme i democràcia?
La majoria de ciutadans que viuen en democràcia al món ho fan en federacions. En un sistema federal, cada nivell de govern rendeix comptes directament a la ciutadania i per tant hi ha més transparència i responsabilitat. El poder està més repartit i això redueix la corrupció. Les competències están més clares i hi ha una més gran responsabilitat fiscal de cada nivell de govern. Els sistemes de solidaritat són clars i transparents. La immensa majoria de les federacions s’han construit a partir de la voluntat de les parts d’acordar fer una federació, és a dir, a partir del seu consentiment, però les federacions existents no reconeixen la possibilitat de segregació unilateral d’una de les parts. Un cas únic i interessant és el de Canadà, on després de dos referèndums d’independència del Quebec amb preguntes i normes molt poc clares en 1980 i 1995, es va aprovar una Llei de Claredat que exigeix una pregunta clara i una majoria clara (on el caràcter clar de la pregunta i la majoria és avaluat per institucions federals) per donar dret a una província a negociar la secessió.  La Llei de Claredat no és acceptada pels sobiranistes quebequesos, i després de la seva aprovació no s’ha produit cap nou referèndum d’independència. Malgrat que alguns sostenen que la democràcia pot funcionar millor en les jurisdiccions petites, no hi ha cap evidència rigorosa en aquest sentit, a no ser que ens referim exclusivament a la democràcia assembleària. La democràcia en els grans territoris funciona millor amb un sistema federal que reparteixi adequadament el poder. Avui el federalisme és la millor arma per combatre l’onada de nacional-populisme i replegament identitari que es viu a gran part del món, i que intenta jugar amb la democràcia en nom d’ella per aprofitar les angoixes de sectors de la població davant dels processos de globalització. En les democràcies, el federalisme és el millor sistema que facilita la solidaritat, la flexibilitat i la innovació institucional.

4-Quins tipus de federalismes existeixen?
A grans trets existeixen dos grans tipus de federalisme. Els que s’han construit a partir de l’agregació d’unitats pre-existents (“coming together”) i els que s’han construit per mantenir unides les parts (“holding together”). Si en comptes d’un sistema de govern on cada nivell rellevant rendeix comptes directament a la ciutadania i és escollit per ella, tenim un sistema on els governs rendeixen comptes a altres governs, estem davant d’una confederació i no una federació. Alguns parlen de federalisme plurinacional, quan es reconeix el caràcter nacional de totes les unitats constituents o algunes d’elles, i és especialment adequat en aquells casos de diversitat lingüística on és necessari un reconeixement d’aquesta pluralitat. Altres parlen de federalisme assimètric, quan les competències i nivells de poder de les diferents unitats són diferents, com és el cas en diferents mesures en quasi totes les federacions. Tots aquests conceptes serveixen per acomodar la superació del model de l’estat-nació, pel qual durant molt de temps s’ha intentat associar un estat a una nació. Però tant la dificultat de definició del terme nació, com la proliferació de reivindicacions nacionals, com el fracàs dels intents homogeneïtzadors de molts estats, han portat al fracàs a aquest intent d’associació. El concepte de nació (com el de sobirania) és però discutit i discutible. Hi ha moltes defincions de nació (una d’elles és de Karl Deutsch: “una nació és un grup de persones unides per una visió equivocada del passat i un odi pels seus veïns”). En territoris on conviuen persones que creuen que la nació és una cosa diferent per a cadascuna d’elles, el federalisme és l’única forma d’entendre’s possible. Avui, per a la majoria de definicions del terme nació, hi ha pocs trossets de territori que no siguin plurinacionals. De fet, hi ha pocs individus que no siguin plurinacionals. Alguns voldrien fer compatible ser independentista amb ser federalista (així un evita prendre decisions), però el federalisme modern es construeix precisament per la superació dels vells estats-nació i no construint-ne de nous. Els conceptes de “dret a decidir”, “dret a l’autodeterminació”, “sobirania”, “demos” o “subjecte polític” són conceptes pre-federals que corresponen a una època on era relativament fàcil fer prevaldre el monopoli de la sobirania. Avui el federalisme és una noció més radical i ambiciosa que els projectes basats en fer estats-nació. Encara que es pot ser federalista de dretes i hi ha molts federalistes liberals, el que és difícil de justificar és ser d’esquerres (i per tant internacionalista) i no ser federalista en el món integrat i complex del segle XXI. El nacionalisme i l’identitarisme són formes que la dreta fa servir per impedir la creació de majories a favor de la distribució de la renda, la riquesa i el poder.

5-No són Espanya i Europa ja federacions?
Espanya i Europa tenen molts aspectes federals. Espanya és un país que ve de ser un estat centralista i unitari, i des de 1978 s’ha descentralitzat i la majoria de nivells rellevants de govern (excepte les diputacions) són elegits directament per la ciutadania. L’estat de les autonomies ha contribuit a l’època de major llibertat i prosperitat de les Espanyes. Catalunya, per exemple, ha gaudit de l’època de més llibertat i autogovern de la seva història. Però també s’han produit disfuncions i distorsions del model i a Espanya li falten elements de govern i sobirania compartits, com seria un Senat reformat com a Cambra territorial i un sistema més clar de distribució competencial i finançament territorial, així com un millor règim de plurilingüisme per a les institucions centrals de l’estat. A Europa vivim un intent d’avançar des d’una col·lecció d’estats sobirans amb una llarga història de fragmentació al darrera, cap a un sistema cada vegada més federal, amb enormes resistències. Però ja hi ha elements clarament federals, com una moneda comuna  per a una gran part de la Unió governada per un Banc Central Europeu, i un Parlament directament escollit per la ciutadania. Moltes polítiques són ja comunes, però falten molts elements de democràcia europea i falten instruments per fer possible polítiques econòmiques d’àmbit federal europeu. Si es consolida una Europa federal hauríem de veure una desdramatització de les relacions entre estats i els seus nivells sub-estatals, que seran només dos nivells més amb una gran llibertat d’actuació per sota d’un nivell europeu més fort i democràtic que l’actual. Els problemes dels refugiats i del deute que actualment pateix Europa només podran trobar solució en un context federal on el conjunt de la societat europea posi en comú els seus enormes recursos per fer front a aquests reptes compartits. De totes maneres, el que s’ha aconseguit amb la Unió Europea, amb una moneda comuna i l’eliminació de les fronteres, hagués estat considerat utòpic al final de la segona guerra mundial. Els símbols i les emocions segueixen en gran part sent nacionals, però les polítiques i les transaccions cada vegada ho són menys. Avui també pot semblar utòpic un federalisme global, però també hi ha elements creixents de govern mundial, que cal treballar per fer més democràtics.

6-Calen canvis constitucionals a Espanya i Europa per avançar en el federalisme?
A Espanya seria molt convenient una reforma federal de l’actual Constitució per re-dissenyar el Senat, aclarir les competències per la via de definir clarament les de l’estat central i que per defecte totes les altres siguin d’autonomies i ajuntaments, millorar el finançament territorial i reconèixer el caràcter pluri-lingüe del conjunt de l’estat i la singularitat d’alguns territoris addicionals (alguns ja tenen reconeguda la seva singularitat). També es podria reconèixer la vocació decididament a favor de la unitat europea del conjunt d’Espanya. Els canvis constitucionals requereixen però un ampli consens, i mentre aquest no es produeix es podria fer molt més per governar amb una intepretació més federalitzant de l’actual constitució. Quelcom semblant succeeix amb els tractats europeus. Una reforma d’aquests podria conduir a l’elecció d’una presidència europea per sufragi universal o a altres reformes institucionals que facilitessin un govern econòmic democràtic de la zona euro, però amb els tractats actuals es podria ja disposar d’un tresor europeu més poderós i d’un sistema de mutualització del deute. Els federalistes no som ingenus i no creiem en una epifania federal, en un moment del temps on una declaració o un interruptor ens permetran passar de l’absència de federalisme al federalisme. No hi haurà una DUF (Declaració Unilateral de Federalisme). Es tracta d’un procés evolutiu que ha viscut i viurà passos endavant i endarrera, però que amb l’agregació paulatina d’esforços, pot seguir contribuint a fer un món millor.

7-Genera inestabilitat el federalisme?
Aquesta és una acusació típica de la dreta espanyola, que abusa del record de l’efímera primera república del segle XIX. Però el federalisme contemporani és el contrari de la inestabilitat. El que contribueix a la inestabilitat a bona part del planeta és la falta de federalisme. Fins i tot a Espanya, el que avui és font d’inestabilitat és el dèficit de federalisme, l’absència de normes compartides de competències i finançament, i l’absència d’un compromís pactat per no anar més enllà de les competències comunament acordades. El federalisme permet gestionar les diferències de cultures, identitats, llengües i religions, i permet governar la solidaritat per fer possible societats cohesionades que intenten resoldre cooperativament els problemes comuns i a la vegada respectar la forma que cada part té de solucionar els seus problemes propis.

8-És massa tard per al federalisme?
Molts independentistes catalans que no són capaços d’articular raons de fons per oposar-se al federalisme de vegades diuen tàcticament que és “massa tard per al federalisme”, que aquesta és “una pantalla que ja hem passat”. En realitat però el que succeeix potser és que és massa aviat per al federalisme. Els Estats Units d’Amèrica van començar a crear les seves estructures federals fa més de 200 anys i algunes no s’han consolidat fins fa unes dècades. Per sort, Europa està anant més ràpid, però la història de la humanitat és la història de l’evolució cap a formes de govern cada vegada més complexes, no menys. El món del segle XXI es caracteritza per la creixent interconnexió de la seva societat i les seves economies, i per tant requereix de sistemes de govern que s’adaptin a aquestes característiques. El món avança, encara que massa lentament, cap al federalisme. El que està obsolet és l’estat-nació. Si passem d’una vegada la pantalla de l’estat-nació ens estalviarem moltes guerres (com les que van donar lloc a les actuals “etnocràcies” de l’antiga Iugoslàvia) i tensions innecessàries i podrem avançar cap a la ressolució cooperativa dels problemes compartits per tota l’espècie humana. Mai no és tard per a les bones idees. A més, l’excusa de si és massa tard per al federalisme per no abraçar-lo acostuma a anar acompanyat del suposat dubte sobre si hi ha federalistes “més enllà de l’Ebre”. Però a les enquestes tant a Catalunya com al conjunt d’Espanya quan es pregunta explícitament per aquesta opció, el federalisme, al voltant d'un 40% hi està a favor. A més, com que el 60% restant es distribueix en posicions molt diferents, les solucions federals serien les úniques en què es podrien posar d’acord una majoria qualificada dels legisladors i de la població: es minimitzaria la distància entre l’opció preferida per la inmensa majoria i l’opció acordada. De totes les opcions possibles, un sistema federal avançat seria la que minimitzaria el descontent de totes les parts. Però quan es qüestiona des d’alguns sectors de  Catalunya si hi ha federalistes més enllà de l’Ebre en realitat s’està fent una afirmació d’hispanofòbia, normalment acompanyada d’algun comentari més o menys explícit de tipus xenofòbic sobre la incapacitat genètica dels espanyols per abraçar idees civilitzades (oblidant que els gens espanyols estan molt presents entre la població catalana). En realitat, el conjunt d’Espanya, incloent Catalunya, i qualsevol territori del món sencer, té una distribució semblant de persones dominades pels prejudicis i persones amb una mentalitat més oberta (federal). A Espanya, a més, com en molts territoris, una gran part de la població viu (per exemple als territoris de parla catalana) realitats de diversitat creixent que fan el federalisme totalment necessari, com gran part de la població reconeix de manera creixent. Avui a Espanya tots els partits de l’esquerra es defineixen com a federalistes o com a partidaris d’una Espanya pluri-nacional. Diversos mitjans de comunicació d’àmbit espanyol han defensat el federalisme en la seva línia editorial (més que no pas els catalans). Molts partits de dretes o nacionalistes, a més, no s’oposen al federalisme i reconeixen la seva necessitat a nivell europeu. Fa falta que aquests federalistes a temps parcial ho esdevinguin a temps complet.

9-Genera desigualtat el federalisme?
Una altra excusa per no abraçar explícitament el federalisme és la seva suposada tensió amb l’objectiu de la igualtat de tots els ciutadans. Hi ha dirigents centralistes que per pre-disposar l’opinió pública contra els federalistes de cop i volta mostren una gran preocupació per la igualtat, preocupació per altra banda absent en el seu discurs habitual. Però el federalisme, lluny de ser un obstacle per a la igualtat, la facilita. El reconeixement de la diversitat i de la singularitat no té res a veure amb la igualtat de drets de totes les persones. Totes les persones d’una federació tenen dret als mateixos serveis bàsics, igual que tenen dret a gastar de diferents maneres una mateixa quantitat d’ingressos fiscals. Una federació amb una política fiscal comuna permet fer front a shocks diferenciats de renda i a transferències solidàries, explícites i transparents d’uns territoris a altres. El respecte a les identitats diferenciades és una conquesta igualitarista. En una federació pluri-lingüe, que totes les persones puguin adreçar-se a tots els nivells de govern rellevants amb el seu idioma matern, i que puguin escoltar els principals representants parlar en diversos idiomes, com succeeix a Suïssa, Bèlgica i al Canadà, és una conquesta que iguala en drets a totes les persones. En general, el federalisme modern permet resoldre els problemes socials en la seva escala òptima, i per tant facilita la lluita contra les desigualtats tal com es manifesten en el món d’avui.

10-De què em serveix a mi el federalisme? Serveix per a resoldre els problemes econòmics i socials?
Encara molta gent creu que quan parlem de federalisme estem parlant de quelcom de caràcter “territorial” o “identitari”. Però quan Spinelli i Rossi van escriure el Manifest de Ventotene no tenien al cap un problema territorial o identitari. Tenien al cap un model de civilització i de prosperitat que acabés amb les guerres i permetés resoldre solidàriament els problemes econòmics i socials. Moltes persones desitgen saber per a què els serveix el federalisme, si el federalisme serveix per a resoldre els problemes econòmics i socials. I aquesta és la clau del federalisme modern. La reivindicació federal no és només una apel·lació historicista a recordar els textos de Pi i Margall i altres pensadors i polítics  del segle XIX. És una forma de govern defensada pels economistes i científics socials progressistes del segle XXI, com Thomas Piketty, i defensada per tots els experts constitucionalistes a tot el món pel seu carácter pràctic. Un bon sistema federal és l’única via per combatre el frau fiscal que s’organitza internacionalment en paradisos fiscals. És l’única via per posar en marxa formes de fiscalitat que minimitzin la competència fiscal a la baixa, és l’única via en definitiva per consolidar i reforçar l’estat del benestar a l’economia globalitzada del segle XXI. Si volem sanitat i pensions públiques, hem de recolzar el federalisme. No hi ha dos eixos, com diuen els nacionalistes: l’eix social i l’eix nacional. Hi ha una sola societat i el federalisme és la millor forma de govern per a resoldre els problemes socials. No és una panacea, perquè els conflictes no desapareixen de la nit al dia i en sorgeixen de nous. Però el federalisme crea uns mecanismes que fan possible la gestió dels conflictes. I les alternatives al federalisme ja han fracassat. Avui la majoria d’estats, especialment a Europa, ja no tenen ni moneda, ni exèrcit, ni una sola llengua. El “nosaltres sols” no va enlloc i és absolutament insolidari. L’estat-nació ha mort com a mecanisme per articular el contracte social. Les nostres infrastructures, com l’Eix del Mediterrani, s’han de dissenyar i construir amb una visió federal, de conjunt, i no només com la suma d’interessos territorials. Sense aquesta visió global, federal, els petits territoris no podran participar en l’economia global. En una economia integrada sempre hi haurà fluxes financers i fiscals entre territoris, i el federalisme és l’únic mecanisme per gestionar-los amb transparència i consens. El trilemma de Rodrik ens diu clarament que és impossible avui compatibilitzar l’estat-nació amb la globalització i la democràcia. Passi-ho bé doncs, estat-nació. Visca la democràcia i el federalisme!


(Per saber més, llegir “Qué es el federalismo” de Libros La Catarata i la seva llista de referències bibliogràfiques, i consultar el power point explicatiu de Federalistes d’Esquerres)