miércoles, 22 de enero de 2014

Sobre federalismo asimétrico y otras cuestiones. Una respuesta a Odón Elorza (Por Adrià Casinos)

¿Es el federalismo asimétrico que proponía Pasqual Maragall la solución para el encaje de Cataluña en España? Este es un concepto difícilmente aplicable y lo es más aún respecto a la República Federal de Alemania (RFA). Si se consulta su constitución, no aparece ni por asomo nada que permita pensar en una asimetría a favor de cualquiera de sus tres länder que comparten la denominación de Frei Staat (estado libre)



Frente al desafío soberanista catalán, parece lo más indicado favorecer el intercambio de ideas basándose en datos objetivos y opiniones fundamentadas. Esta sería la mejor aportación posible para intentar que se abra un cierto diálogo y acabe imperando la sensatez. El texto que sigue pretende responder y establecer un debate con el artículo de Odón Olorza que apareció en “Esquerra sense fronteres”. En mi opinión, aquel texto contiene datos y apreciaciones que no responden bastante a la objetividad que reclamo. Voy a intentar explicar por qué pienso así.
Creo que, por encima de las opciones ideológicas, hay unanimidad en España sobre que los dos grandes problemas presentes son el económico y el territorial. Del primero, al parecer se está saliendo, según nos dicen los gurús del tema. Respecto al segundo, hay una opinión bastante extendida, que comparto, de que se agrava por momentos a cuenta fundamentalmente de la situación catalana. El desafío soberanista y el dontranquedismo de Rajoy nos pueden precipitar a una realidad altamente dramática, en la que la opción de salida se plantee tan solo entre lo malo y lo peor.




El desafío soberanista y el dontranquedismo de Rajoy nos pueden precipitar a una realidad altamente dramática, en la que la opción de salida se plantee tan solo entre lo malo y lo peor


Para empezar (y reconozco que esto es únicamente una apreciación), pienso que ya es hora de dejar de marear la perdiz a propósito del estatuto catalán, a menos que se aborde el tema desde una perspectiva global. Y por “global” entiendo ir más allá de la denuncia del evidente sectarismo con el que actuó el PP. En pocas palabras, la izquierda catalana no soberanista (la gran perjudicada) debiera comenzar a recapacitar y a hacer autocrítica, si cabe, por haber desencadenado el proceso de elaboración de un nuevo estatuto de autonomía, que a mi entender era completamente innecesario. Y es algo que no digo a toro pasado, sino que fue mi posición desde el principio. La razón última de la, digamos, maniobra, fue contentar a ERC para poder desplazar a CiU del poder. Personalmente considero que fue un negocio como el de “Roberto y las cabras”; pero lo más grave es que se abrió la caja de los truenos de manera dual. Por un lado, cabe reconocer que unos contribuyeron de la mayor buena fe. Pero otros, fueron lisa y llanamente a montar una provocación, tendente a que se “cepillaran” el texto, de manera a azuzar al máximo al victimismo. Y por supuesto eso no implica perdonar el error político del PP. Alguien dijo que hay errores peores que crímenes. Volviendo pues a lo anterior, cuando antes se reconozcan las equivocaciones, antes se estará en condiciones de intentar buscar remedio a las consecuencias. Y para no hacer más leña del árbol caído, no quiero referirme al aspecto formal del texto estatutario. Si se me permite la boutade, si en lugar de ir a un tribunal constitucional se hubiera remitido dicho texto a uno que juzgara el sentido común, el veredicto hubiera sido mucho peor.
Acabada la apreciación, voy a la primera cuestión objetiva, que no es otra que el concepto del “federalismo asimétrico”. Elorza recoge en su texto esta consigna maragalliana, tan dudosa como en su versión primigenia. Contrariamente a lo afirmado, que yo sepa no existe ningún estado al que se le pudiera aplicar el calificativo. En cualquier caso, de existir alguno, no sería la RFA. Eso es algo con lo que se nos ha estado bombardeando durante meses en Cataluña por parte del sector soberanista (no sé si se trata de una solución táctica de retirada ante el más que probable fiasco del referéndum), incluyendo algún sesudo historiador, martillo de herejes no soberanistas, que arremete semanalmente contra ellos en un periódico de amplia difusión.

La afirmación a propósito del supuesto federalismo asimétrico alemán se hace basándose en una cuestión semántica: que Baviera se denomina oficialmente Bayern Freistaat, (estado libre de Baviera)Se olvida, o se ignora, que desde la reunificación hay otros dos länder que responden a la misma denominación, Turingia y Sajonia


La afirmación a propósito del supuesto federalismo asimétrico alemán se hace basándose en una cuestión semántica: que Baviera se denomina oficialmente Bayern Frei Staat (estado libre de Baviera)Se olvida, o se ignora, que desde la reunificación hay otros dos länderque responden a la misma denominación, Turingia y Sajonia. Y que si se consulta la constitución de la RFA no aparece ni por asomo nada que permita pensar en una asimetría a favor de cualquiera de esos tres länder. Asimetría que, por la misma razón semántica, debería beneficiar también a Bremen y Hamburgo, que comparten la denominación de Frei Stadt (ciudad libre). Es más, uno de los artículos de la constitución alemana deja bien claro que la distribución territorial presente no es inmutable; el gobierno federal se reserva la potestad de proponer simplificaciones, a partir de refundiciones de los actuales estados. Por no extenderme en demasía, no voy a profundizar en las razones históricas que dieron origen a esas diferencias semánticas, que se remontan a la estructura que se dio la república de Weimar, una vez desaparecidos los entes monárquicos del Reich de Bismarck.
Y en estas cuestiones cabe decir que soy muy empírico. Si el “federalismo asimétrico” no es una situación común por esos mundos de Dios, es porque algún fallo tendrá. Yo le veo muchos, pero no quiero entrar en otra apreciación. Claro que siempre podríamos patentarlo nosotros, como aquello de la “democracia orgánica”, que ya sabemos cómo acabó.
La siguiente cuestión que quiero puntualizar respecto al texto de Odón Elorza es el subjetivismo de algunas afirmaciones. Sin remitirse a los hechos positivos, legales e históricos, Elorza hace referencia también a otro lugar común en los últimos tiempos: “la madurez democrática de las partes y la cultura política de sus instituciones”, en referencia a las de Canadá y el Reino Unido.
Vayamos por partes y empecemos por Canadá. Como muy bien dice la sentencia de la Corte Suprema sobre la posibilidad de que Quebec pueda ejercer el derecho de separación (sentencia muy citada pero poco leída), el reconocimiento (no total) del citado derecho no se basa en criterios de radicalidad democrática, sino más bien en la particular estructura federal del país. Rememoremos. Dicha estructura nace con el pacto federal de 1867 entre el Alto y el Bajo Canadá, al que se adhieren voluntariamente las demás provincias y territorios, hasta culminar con la incorporación de Terranova en 1949. Por supuesto que a partir de ahí pueden surgir interpretaciones sobre un status diferencial de Quebecque permitiría hablar de asimetría en la federación. Yo no lo veo así. El problema de fondo es que ante esa situación histórica de adhesión libre a un pacto federal, surge el eterno dilema de si el proceso es reversible, cuando así lo decida uno o más territorios. Cuestión compleja, que le costó a los Estados Unidos una guerra civil.

Para ayudar a comprender el por qué de “Escocia sí y Cataluña no” hay que tomar en consideración que el concepto de soberanía nacional no existe formalmente en el Reino Unido, a diferencia de lo que ocurre en cualquier otro país europeo, incluidas las monarquías


Sigamos. Para ayudar a comprender el por qué de “Escocia sí y Cataluña no”, además de la muy comentada falta de constitución escrita en el Reino Unido, recomiendo un ardid numismático: leer la cara de cualquier moneda británica. Allí luce un esplendido Elisabeth II Deo Gratia Regina. No hace falta ser un experto en derecho constitucional para darse cuenta que el concepto de soberanía nacional no existe formalmente en el Reino Unido, a diferencia de lo que ocurre en cualquier otro país europeo, incluidas las monarquías, donde un lema semejante sería imposible. De esta forma la soberanía no queda nunca fragmentada, ya sea Escocia, Manchester o Piccadilly a quienes se les conceda la autorización para celebrar una consulta de secesión.
Es indudable que para tratar de evitar la catástrofe que nos amenaza (ojalá lleguemos a tiempo), urge una modificación del sistema territorial de España en  sentido federal. Es por esa razón que ha surgido Federalistes d'Esquerres. ¿Cómo llevarlo a cabo? Las soluciones, a mi entender, son dos. Pero no descarto que pudieran encontrarse otras.
La primera pasaría por transformar las 17 autonomías en entes del nuevo estado federal, deslindando escrupulosamente las competencias del gobierno común, de las transferidas, con la ductilidad necesaria para asumir que habría sujetos federales con particularidades que no tienen otros (por ejemplo, lengua diferente a la castellana). Al fin y al cabo la presente constitución, desde el punto de vista fiscal, opera ya de dicha manera, al distinguir entre las comunidades de régimen común y las forales. Pero por supuesto eso no tendría que conllevar agravios comparativos, ni permitir que en determinados lugares ciertas castas se montaran su cortijo a fuerza de blindajes.
La segunda, mucho más compleja y de resultado incierto, implicaría la federación entre un sujeto central, que muy probablemente aglutinaría una gran parte de la antigua corona de Castilla, y una serie de entes periféricos. Tal tipo de organización requeriría primero que todo respetar escrupulosamente la voluntad de las diversas comunidades autónomas, en el sentido de inclinarse por una u otra opción. En definitiva, que la posibilidad no se planteara tan solo para Euskadi y Cataluña, ya que no son los únicos territorios con especificidades, ya sea lingüísticas, históricas, legales, o de otro tipo.
Tal y como he asumido antes, pueden platearse otras posibilidades, pero lo que me parece impensable es pasar del ”café para todos” actual a un discriminatorio “nespresso para dos”, que puede ser, a mi entender, la idea subyacente en el texto de Odón Elorza. 

Adrià Casinos es catedrático de Zoología de la UB

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