lunes, 3 de marzo de 2014

Ana María Moix. In Memoriam (por Margarita Rivière)


El viernes falleció nuestra amiga Ana María Moix. Ella fue una de las primeras firmantes de la Crida a la Catalunya Federalista i d’Esquerres que dio lugar a Federalistes d’Esquerres. Muchos la han recordado estos días con cariño, entre ellos el editor Jorge Herralde. Nosotros también queremos rendirle un pequeño homenaje a esta escritora magnífica y comprometida con este texto que preparó nuestra colaboradora Margarita Rivière para el libro de Ana María Moix "Manifiesto Personal”





Estamos ante un texto singular: excepcional en su escritura, de una claridad límpida, entendible por todos, transforma todos los tópicos de la indignación y de la protesta en piezas dignas de atención humanística. Su óptica es la del ciudadano normal, la del cómplice. Por lo cual, el lamento sobre la mala educación de los jóvenes, el drama del paro o el secuestro de la política por la economía es algo que verdaderamente reconocemos en nuestras vidas. No hay sectarismo, sino una crítica radical que afecta a la moral colectiva, un dardo certero plagado de asombrosas anécdotas sobre esta emergencia cotidiana compartida. Hay enfado acerca de la estupidez humana y una reivindicación de la inteligencia: ¡no somos tontos!

“Los abusos del capitalismo están acabando con el mundo diseñado por el dinero y el consumo”, escribe. Pero la intención de Moix es reflejar “cómo vive la gente en nuestro país, qué problemas les quitan el sueño”. Los títulos de sus seis capítulos trazan el siguiente panorama: Niños. Adolescentes. Jóvenes; Adultos; Las viudas; Ancianos. Enfermedad. Muerte; Crisis de la construcción. Los desmanes del ladrillo y Una democracia anémica.
Éste es el libro que hubiera debido hacer Stéphane Hessel. Sólo un texto como el de Ana María Moix merece el reconocimiento y la cantidad de lectores recibidos por el exabrupto de ¡Indignaos!. Sólo una escritora notable como Moix puede leer la cartilla a los padres, a los adolescentes, al sistema moral de comprar, usar y tirar, a la usura financiera, al poder del ladrillo con su tela de araña, y poner a los políticos en su sitio al tiempo que revindica el voto de los ciudadanos para fortalecer la democracia. Sólo un espíritu delicado y muy observador puede reivindicar a las viudas –a las mujeres– y alzar la voz en nombre de la desaprovechada experiencia de los viejos sin caer en el melodrama o la cursilería al uso, sino todo lo contrario.

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