¿Cómo romper el statu quo actual? Defendiendo firmemente la federalización definitiva de la Unión Europea. Reclamar sin ninguna tibieza la hacienda única, mutualizar la deuda, la redistribución de regiones ricas a pobres, una toma de decisiones democrática a través de mecanismos federales como un sistema bicameral y un gobierno europeo democráticamente electo
La Unión Europea nace sobre un pilar fundamental en
la Europa de la posguerra: el consenso socialdemócrata. La socialdemocracia
logró, por numerosos motivos que tampoco vamos a resolver en un pequeño artículo,
mover la sociedad europea y los partidos de la derecha, hacia la democracia
social.
Los 70 años desde el fin de la última guerra mundial
representan el período de mayor prosperidad y equidad jamás conocido en la
historia de la humanidad. Para los hijos de la Comunidad Europea, y luego Unión
Europea, Europa es un símbolo de lo mejor de nosotros.
Sin embargo, la Gran Recesión, con el substrato
dejado por la Revolución Conservadora, ha conseguido romper definitivamente
este consenso socialdemócrata por la redistribución de la riqueza, la igualdad
y la misma democracia. La UE está dividida en países acreedores y deudores. Y
solamente una de las dos partes es capaz de hacer efectivos sus intereses,
puesto que es una relación que carece de equilibrio. De ahí que, recientemente,
el gobierno griego haya sido el último ejemplo de una serie de gobiernos de
izquierdas que no tiene otro remedio que aceptar las condiciones de austeridad que
impone el stablishment europeo. Porque no hay otra alternativa en la unión
monetaria sin el apoyo de los demás socios.
El papel de la socialdemocracia se ha dividido entre
ser vencidos o, si son los socialdemócratas del norte, aliados de la austeridad
suicida porque, de forma poco sorprendente en el contexto de repliegue nacional
europeo, sus votantes también prefieren no pagar al sur los platos rotos. Contra
esta nueva desidia nacionalista que pone en peligro el proyecto europeo, la
socialdemocracia tiene que recuperar su rol tradicional tendiendo puentes entre
las posiciones maximalistas para lograr victorias efectivas frente al impasse
del ellos contra nosotros, tanto de los moralistas de la ética protestante como
los que solamente ven nazis en Alemania. Recuperar la lucha por la equidad, la justicia
social y la democracia.
¿Cómo reconstruir el consenso socialdemócrata?
Rompiendo el statu quo. ¿Cómo romper el statu quo actual? Defendiendo
firmemente la federalización definitiva de la Unión Europea. Reclamar sin
ninguna tibieza la hacienda única, mutualizar la deuda, la redistribución de
regiones ricas a pobres, una toma de decisiones democrática a través de
mecanismos federales como un sistema bicameral, un gobierno europeo democráticamente
electo. También los deudores tienen que entender sus responsabilidades,
mecanismos de control de gasto en época de bonanza, reformas fiscales profundas
que hagan de sus finanzas algo funcional, economías competitivas y no los
tinglados y pelotazos del empresariado rentista sureño.
La socialdemocracia europea está atrapada en el falso
consenso europeo que solamente está destruyendo la unión. Cuando algunos
gobiernos nacionales no tienen salida para hacer efectivas las preferencias de
su ciudadanía, ¿qué democracia queda? ¿Qué sentido tiene votar en España o
Grecia si la votación importante es la del Bundestag?
Las generaciones jóvenes han sido tradicionalmente más
europeístas que sus antecesores. ¿Pero quién nos representa en el Parlamento
Europeo? Lleno de eurófobos, de neonacionalistas, de derecha conservadora,
socialdemócratas sin proyecto y nuevas izquierdas que se mueven entre el
repliegue nacional y euroscepticismo ambiguo, nadie tiene la fuerza para romper
la baraja y establecer un nuevo juego democrático.
La socialdemocracia fue en décadas pasadas hegemónica
porque era la voz de trabajadores, jóvenes, humildes, desamparados y
progresistas. Daba salida a nuestros sueños de libertad, prosperidad e
igualdad. Ahora, sin embargo, solamente es la muleta en la que el PPE se apoya
para debilitar la democracia social, deshacer los logros de décadas de la lucha
obrera y progresista.
La única forma posible de mantener viva nuestra
vocación por la igualdad y la justicia social es reconstruyendo el consenso
europeo. Mover los tóxicos debates moralistas sobre el sur derrochador y el
norte trabajador hacia cómo resolver los desajustes de mejor forma, donde la
pobreza pueda combatirse, donde juntos tengamos todos un lugar donde nuestras
decisiones en las urnas tengan salida y no estén sujetas a la aceptación de
otros gobiernos que no podemos votar.
En conclusión, el futuro de la socialdemocracia debería
pasar por ejercer de una vez su poder para romper con un statu quo nocivo, que
amenaza las bases ideológicas de su misma existencia, para reconstruir una
Europa federal y mucho más justa que lo que muchos jóvenes hemos conocido en
nuestra vida adulta.