viernes, 29 de noviembre de 2013

El que es va dir en el Teatre Joventut i el que no (Per Pedro López Provencio)

Vagi per endavant que, com és notori, no sóc independentista. I no ho sóc per diverses raons: sentimentals, familiars, sindicals, polítiques, històriques, jurídiques i econòmiques. Entre unes altres. Però aquest no és el moment d'entrar a detallar-ho. Em fastigueja l’embolic en el qual estem ficats a Catalunya i no necessito per a res l'anomenat dret a decidir, en els termes en què es formula actualment.
Això no vol dir que consideri immutable l'actual organització político-jurídico-administrativa d'Espanya. Més encara en el cas, que crec improbable, que una majoria suficient de catalans volgués separar-se dels altres pobles d'Espanya, i constituir un nou estat independent, hauria de possibilitar-se. Amb les compensacions i conseqüències que comportés, de les quals caldria fer molt conscients als ciutadans afectats abans que prenguessin una decisió. Sense pors però sense enganys o ocultacions. Donant també l'opció d'adoptar una altra configuració territorial.



El dret a decidir que va defensar Joan Coscubilela l’entenc en aquest sentit. En el de possibilitar que la ciutadania de Catalunya es pronunciï sobre aquest tema, ja que, pel que sembla, hi ha una quantitat apreciable de persones que així ho proposa. I com que també és notori que l'organització política en la qual ell i jo militem -ICV- no té fixada una posició unívoca, em sembla normal que preguntar-li per una decisió que no està presa, evidentment, l'incomoda. Com tot bon polític, l'honestedat del qual està fora de dubte, segurament sap que hauria d'exercir també de dirigent, proporcionant a la seva gent l'alternativa que estimés més adequada.
Si no es va pronunciar en concret sobre el sentit de la “resposta”, sí va dir moltes altres coses que, desgraciadament, queden tapades pel debat sobiranista que ens té atrapats. Li he sentit parlar de les pensions de jubilació, de la reforma laboral, de la sanitat, de l'ensenyament, de les hipoteques, dels serveis socials, dels pressupostos, de la llei mordassa que es pretén tramitar, etc. És a dir, de tot allò que veritablement afecta a la ciutadania i pel que hauríem d'estar preocupats. Dels drets i llibertats que ens pretenen llevar o restringir. Però sembla com si hagués predicat en el desert.
No obstant això, Ramón Jáuregui, amb l'habilitat que li proporciona la seva gran intel·ligència i la seva habilitat parlamentària, es va mostrar federalista i va tractar de menysprear el dret a decidir i la independència, acontentant bona part de l'audiència. Ningú no es va incomodar. Encara que res substancial va dir sobre la paràlisi que va tenir el govern del PSOE en relació amb la mutilació, pel tribunal constitucional, d'una norma estatutària aprovada en referèndum. Ni de la reforma constitucional per satisfer l'especulació financera. Ni de l'indult a un banquer criminal. Ni dels dubtes fundats que existeixen sobre l'acceptació de l'opció federal entre els més destacats dirigents del seu partit, tant actuals com històrics. Ni, referint-se a la solidaritat, no res va dir del “cupo” basc.

Tot això demostra l'encert i la necessitat de fomentar els debats entre els millors polítics de l'esquerra amb participació del públic. Caminant es fa camí. Gràcies als dos conferenciants i al moderador.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los silencios de un debate político en el Teatre Joventut (Por Carlos Jiménez Villarejo)

El pasado 23 de Noviembre asistí al debate entre Ramón Jáuregui y Joan Coscubiela en el Teatre Joventut de L´Hospitalet sobre la reforma constitucional ante las relaciones de Catalunya con España. Asistí a sus intervenciones y a las correspondientes réplicas entre ellos. Francamente, la intervención de Coscubiela me inquietó en tanto que su presencia allí la hizo como diputado de ICV.
Vaya por delante el aprecio personal por Joan y, desde luego, mi respeto y hasta admiración por su trayectoria sindical y su brillante e incisiva actuación en el Congreso de Diputados.



Pero el derecho a la crítica es compatible con este respeto. El primer problema que me sorprendió es que pretendiera justificar el llamado derecho a decidir, mas allá de concreciones legales, porque la voluntad de las personas y de los pueblos anticipa, con su ejercicio, los derechos que luego se reconocen normativamente. Y se refirió, como precedente de ello, al derecho de huelga. Disiento de tal alegación. Porqué como es evidente, la huelga como hecho histórico siempre tuvo un contenido perfectamente definido: la cesación del trabajo por cuenta ajena para reivindicar intereses de los trabajadores. Por cierto, tardó mucho en ser reconocido como derecho: concretamente hasta los Pactos de Nueva York de 1966. Hoy por hoy nadie conoce el orígen y contenido del derecho conocido como derecho a decidir. Porque, como argumentó con acierto Jáuregui, es una forma amortiguada de referirse al derecho de autodeterminación. Derecho que, en ningún caso, puede atribuirse a Catalunya.
En efecto, en la comunidad internacional se ha reconocido el derecho a la libre determinación de los pueblos, que no a la autodeterminación. Tiene lugar en un momento histórico completamente distinto del actual. El reconocimiento de tal derecho tiene lugar en plena dinámica anticolonialista, entre 1960 y 1966. Es decir, ante la necesidad de resolver la situación de los pueblos sometidos a la dominación colonial por las potencias occidentales, casi todas ellas vencedoras en la II Guerra Mundial. 

"Hoy por hoy, nadie conoce el origen y contenido del derecho conocido como derecho a decidir porque no es más que es una forma amortiguada de referirse al derecho de autodeterminación"

Es a estos pueblos a quienes se reconoce el derecho a constituir un Estado independiente de las respectivas metrópolis para superar definitivamente la sumisión en la que vivían. Reconocimiento que va asociado al reconocimiento de los derechos humanos a los hasta entonces súbditos de esos pueblos y, paralelamente, al derecho al desarrollo y la recuperación de sus recursos naturales. Todo ello da lugar a la Resolución 1.514 de la Asamblea General de NNUU, de 14 de Diciembre de 1960, llamada Carta Magna de la Descolonización. Por esta razón, la Resolución parte del reconocimiento del apasionado deseo de libertad que abrigan todos los pueblos dependientes y el papel decisivo de dichos pueblos en el logro de su independencia. Y el texto de la Resolución es claro y contundente al respecto. Por razón de la sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extrajera…, se les reconoce el derecho de libre determinación a fin de que los pueblos dependientes puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia…. Ya posteriormente, en los Pactos de Nueva York de 1966, en pleno desarrollo de la descolonización, vuelve a reconocerse en el Artículo Primero que Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. Pero eso sí, partiendo del ideal del ser humano libre, en el disfrute de las libertades civiles y políticas y liberado del temor y de la miseria…. El alcance jurídico de este principio ha sido analizado por el Tribunal Internacional de Justicia respecto al Sahara Occidental (1975) y Timor Oriental (1995). Es muy evidente que nada tiene que ver con la Catalunya actual.
Además me sorprendió que, durante su exposición, omitiera toda referencia a los partidos y coaliciones como la de ERC y CiU, que son quienes han puesto en marcha y conducen el proceso a la pretendida independencia. Proceso al que se ha sumado, a mi juicio erróneamente, ICV. Alguien que desconociera el espacio político catalán, podría entender que dicho proceso ha sido creado y es conducido por ICV. Resulta preocupante que un diputado de ICV plantee el confuso e inconsistente “derecho a decidir” ocultando que el proceso en cuestión está guiado, con las ambigüedades oportunas, por el partido más representativo de la derecha catalana -Convergència Democràtica-, con el necesario apoyo, dada su debilidad parlamentaria, de ERC. Así resulta de los acuerdos parlamentarios que se refieren a la transitoriedad jurídica hasta alcanzar estructuras de Estado y otras formulaciones que expresan claramente la voluntad de secesión respecto de España, con independencia del marco democrático vigente.

"El proceso soberanista está guiado por el partido mas representativo de la derecha catalana, Convergència Democràtica, con el necesario apoyo, dada su debilidad parlamentaria, de ERC. A mi juicio ICV se ha sumado erróneamente. ICV-EUA debe aglutinar a las clases populares y plantearse como horizonte principal y casi único, superar la falta creciente de libertades y acabar con las desigualdades sociales"

Coscubiela no puede ocultar en un acto público con ese objetivo que esa derecha es la que está retribuyendo a altos cargos de la Generalitat con sueldos anuales muy superiores a 100.000 euros, mientras alega cínicamente que España nos roba, que esa derecha  está desmantelando el sistema público de salud- cuando el tiempo medio de espera en Catalunya para una intervención quirúrgica ha aumentado un 30%-, que los altos cargos del gobierno de esa derecha incumplen impunemente la Ley de Incompatibilidades, como ha advertido la Oficina Antifrau ante el caso Padrosa, que esa derecha que mantiene en sus cargos electivos a imputados por corrupción, como Oriol Pujol, o a responsables políticos de los Mossos ante abusos policiales inadmisibles en un Estado de Derecho, que esa derecha derogó inmediatamente después de alcanzar el poder  el Código Ético de la Policía aprobado por el Conseller Saura, y así sucesivamente. 
Amigo Joan, no puede ocultarse que estáis aliados, llámese como se quiera, con quienes van a haceros pagar un alto precio por un proyecto que, digan lo que digan, no tiene otra finalidad que romper la convivencia en Catalunya y, desde luego, segregarse de España. No es ese, a mi juicio, el proyecto que corresponde a ICV-EUA, partidos de izquierda, que deben aglutinar a las clases populares y plantearse como horizonte principal y casi único superar la falta creciente de libertades y acabar con las desigualdades sociales.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Independència, una recepta simple i reeixida (Per Pedro López Provencio)

Han passat gairebé 40 anys des d'aquell dia en què una parella d'amics ens van convidar, a la meva dona i a mi, a passar un cap de setmana a Andorra. Durant el trajecte en cotxe, ell, una mica misteriós, em va dir que s'absentarien durant un matí. Estaven convocats a una reunió independentista, perquè segons ens van dir, aquesta era la seva opció política. Amb el poc tacte que em caracteritza, els vaig etzibar sense pensar-ho: independents de qui: de la CIA o del KGB? Vam riure de bona gana i no vam tornar a parlar de l'assumpte mai més.
El que llavors era cosa d'un nombre reduït de persones, avui sembla que interessa a una part molt important de la societat catalana. No és per casualitat. Cal reconèixer que el nacionalisme i el catalanisme han realitzat una labor intensa i constant. Ajudats per moltes persones com jo que, sense enquadrar-se en cap dels dos ismes, hem coadjuvat desinteressadament. La defensa de la immersió lingüística a l'escola, el gairebé exclusiu ús del català en l'Administració Pública, el repartiment de subvencions a la cultura, als mitjans i a l'associacionisme afí, ha donat uns fruits que salten a la vista dels qui ja vam tenir ús de raó al segle passat.
La dictadura franquista va reprimir tots els contraris al règim. Especialment els  treballadors. Però un cop iniciada l'etapa formalment democràtica, va ser el nacionalisme la fracció de la societat catalana que va fer més visible aquella repressió, la que amb més entusiasme va defensar els seus interessos. Va reclamar i va obtenir cada vegada més. Sempre va fer veure que des de la mort del dictador fins aquí res no havia canviat. Mai no van cedir en l'enfrontament.
Els treballadors també aconseguírem imposar drets i llibertats essencials. Vam passar uns anys durant els quals anàvem aconseguint quotes de benestar gens menyspreables -si ho comparem amb el que havien tingut els nostres pares. I així ho vam reconèixer implícitament. Per això, a diferència dels nacionalistes, vam relaxar l'activitat sindical. Els nostres partits d'esquerres van viure mirant a la lluna, i de vegades fitxant-se solament en el dit que assenyala. La conscienciació dels nostres fills va semblar innecessària. Amb la bombolla immobiliària i el crèdit sense fi, ens van fer creure que vivíem al país de les meravelles, que la lluita de classes havia arribat a la seva fi, que la igualtat d'oportunitats existia i que el creixement era infinit. Amb l'abundància de béns materials es va imposar l'individualisme. I com que a l'ambició de posseir no li resulta útil ni la cultura ni la solidaritat, ens trobem ara de nou desarmats i en procés de ser vençuts una altra vegada.
Com que ja està clara la impossibilitat de seguir creixent il·limitadament, la producció intensiva de béns materials comença a no resultar rendible en aquesta part del món. Proporciona insuficients beneficis al capital. La societat europea està saturada encara que la distribució sigui extremadament injusta. La reposició pot obtenir-se amb el que es fabrica en altres països, on encara es treballa sense drets, sense llibertats i amb salaris de misèria. El poc que aquí es produeix solament serà competitiu si es fa en aquelles condicions laborals. La seguretat en l'ocupació i la negociació col·lectiva són una molèstia per a aquesta productivitat basada en l'explotació del treballador espantat.
Per a això se segueixen projectant els processos productius de manera que hi  intervinguin treballadors sense qualificació acadèmica ni experiència professional. Ja se'ls formarà per al lloc de treball que hagin d'ocupar, diuen, mentre aquests llocs es dissenyen perquè es puguin reemplaçar o suprimir amb facilitat. No interessa gens la identificació del treballador amb els objectius de l'empresa, perquè només n'hi ha un: el benefici. Les motivacions, les necessitats, les expectatives i la part del projecte vital de les persones que es vinculen al treball són perfectament menyspreables. El treballador és considerat com un simple apèndix del sistema, una molèstia de la qual caldria poder prescindir.
Mentrestant, els capitalistes -els mercats, els inversors financers, o com se'ls vulgui anomenar-, segueixen augmentant la seva fortuna mitjançant la passada activitat immobiliària i la permanent especulació. I no solament sobre els béns existents sinó també sobre els futurs, de tal manera que, obtingut el benefici, podria ser innecessari produir la mercaderia. Es protegeixen els monopolis com el de l'electricitat i el petroli, i es dificulta la generació autònoma d'energies renovables per particulars. S'enriqueixen també, en bona part, mitjançant el deute públic que ens han endossat i que s'incrementa d'any en any sense solució de continuïtat. L'ajuda de polítics -alguns corruptes- és essencial, també, per assignar-los nous camps d'actuació inversora. Esgotats els nínxols tradicionals, l'acció es dirigeix ara cap als serveis públics. La sanitat, l'ensenyament, els serveis socials, l'obra pública, els sistemes de previsió social com la jubilació, els transports, etc.  Tot ha de transformar-se en objecte de negoci. El que ara són drets ciutadans passaran a ser mercaderies. Objecte de compra-venda per a clients que gaudiran d'aquests serveis en funció de les seves possibilitats econòmiques. La beneficència s'encarregarà dels pobres i dels milions de desocupats a l'aguait d'un disputat lloc de treball. Perquè la ciutadania suporti aquests canvis cal convèncer-la que no hi ha alternativa. Es permet el frau i l'evasió fiscal dels que més tenen. Se'ls redueixen els impostos directes i se'ls concedeixen amnisties fiscals. En conseqüència, falten recursos econòmics per mantenir els serveis públics amb el nivell de qualitat assolit. Per simular que es vol pal·liar, s'augmenten els tributs indirectes i el copagament o repagament a la població en general. S'empitjoren les condicions laborals dels funcionaris, però se'ls permet compatibilitzar el seu treball en el sector públic amb una altra activitat en el privat, de manera que es perjudica més el públic. S'assignen els casos més difícils, costosos i amb pitjor diagnòstic a les institucions públiques. Els més lleugers i senzills s'assignen als centres privats que, a més de l'assignació econòmica pública, compten amb l'aportació privada dels usuaris més acomodats. A la policia se li permet usar mètodes més bestials. S'incrementa la seguretat privada. Al curriculum acadèmic se li posen revàlides i s'augmenten les exigències per a l'obtenció de beques, i amb l'excusa de l'excel·lència se'n limita la continuïtat. El resultat és de “Perogrullo”.
Les persones ho comprenen o ho intueixen, i ho sofreixen. Notem perfectament que anem perdent drets, llibertats i el benestar aconseguit. L'empipament és majúscul. Però manca organització. I falten intel·lectuals i líders polítics o sindicals que condueixin, coordinin i unifiquin les batalles sectorials que es produeixen, i que ofereixin solucions creïbles.
Sembla que només els nacionalistes saben, volen i poden dur a terme aquestes accions amb una recepta tan simple com reeixida.
Es recondueix el malestar de la gent mitjançant una fórmula perillosa que, de moment, els està donant bons resultats a banda i banda de l'Ebre. Subsumeixen i dilueixen les justes reivindicacions en el mite independentista. S'instal·la subliminalment la creença que si perdem el treball, ens treuen de l'habitatge, se suprimeixen serveis socials, s'empitjora la sanitat pública, s'arruïna la qualitat de l'ensenyament, és perquè ens falta la independència. Perquè Espanya roba o perquè Catalunya és insolidària. Els triomfs del Barça marquen el camí. Urgeix la llibertat de la Pàtria.
No obstant això, la contradicció amb la realitat desmuntarà la il·lusió. Vivim en un país hospitalari que ha estat sempre lloc de pas i d'acolliment. Dels antics fenicis als nous xinesos passant pels murcians. La paradoxa és que els partits més seriosos facin seguidisme del menys fiable, que avui ostenta l'hegemonia del discurs. És una situació que no pot durar. I si de sentiments es tracta, qui serà capaç de dividir l'emoció que se sent en recitar els versos d'Antonio Machado i de Miquel Matí i Pol?

Una gran manifestació a Barcelona tanca un cap de setmana reivindicatiu (Per Eloi Cortés)

Ahir diumenge milers i milers de persones van sortir als carrers de Barcelona per rebutjar la reforma de les pensions impulsada pel Govern central i per dir no a uns pressupostos, tant estatals com autonòmics, que són antisocials. En el marc de la convocatòria de la Confederació Europea de Sindicats a tota Espanya van tenir lloc diverses mobilitzacions en els darrers dies. A Catalunya les mobilitzacions han estat especialment actives: de dijous fins ahir milers de persones s'han manifestat a Mataró, Vic, Sabadell, Terrassa, Tortosa, Lleida, Tarragona, Girona i Barcelona. 



Amb el punt de partida situat a Passeig de Gràcia amb el carrer Aragó, la manifestació ha baixat fins a Pla de Palau, on s'ha llegit el manifest. La manifestació ha clamat contra uns pressupostos que incorporen unes retallades que, en un moment de crisi i de greus dificultats per a molta gent, empitjoren la situació i carreguen el pes de la sortida de la crisi en aquells que menys recursos tenen: taxes universitàries desorbitades, pressupost d'educació a nivells de 2006, tancament de Centres d'Atenció Primària als municipis, retallades en polítiques d'ocupació... És així com Artur Mas pretén sortir de la crisi?
A aquestes mesures li hem de sumar les lleis que Mariano Rajoy està impulsant: des d'una llei d'educació que ens farà retrocedir als anys del franquisme fins a la prohibició de l'avortament lliure, passant per la reforma laboral, la reforma de les pensions i les lleis repressives que volen limitar la llibertat d'expressió de la ciutadania espanyola.
I són preocupants els intents que fan tant Mariano Rajoy com Artur Mas per amagar les seves polítiques. El primer tornant a posar en portada dels mitjans de la caverna el conflicte amb Gibraltar. I el segon prorrogant els pressupostos de 2013 per “dignitat nacional” (és a dir, per evitar el debat i control parlamentari dels comptes de la Generalitat i disposar de carta blanca per retallar). O votant al Parlament, el mateix dia que els pressupostos, la famosa resolució que demanarà al Govern central la delegació de la competència de convocatòria d’un referèndum.   
De motius per sortir al carrer, doncs, n’hi ha molts. Tot i així sembla que costa. Dóna la sensació que sempre som els mateixos i el número de persones manifestant-se no creix a cada mobilització. Potser és per la frustració causada per anys seguits de retallades, de Governs insensibles i sords a les demandes de la ciutadania. Per la sensació que la lluita no serveix per res. O perquè hi ha moltes famílies que no es troben en la misèria més absoluta gràcies a la pensió de l’avi o l’àvia. I uns mitjans que oculten mobilitzacions socials i sobreexposen mobilitzacions patriòtiques no ajuden. Tot i així no podem rendir-nos perquè tenim molta feina per fer. Ja no només per dir que no volem que es retalli el pressupost d’educació o de sanitat; ha arribat un punt en el que hem de començar a pensar en la reconstrucció de tot allò que la crisi i els Governs que l’han gestionat han destruït.
I la lluita no s'atura aquí. S'ha fet una crida a la manifestació del dilluns 25 de novembre, a les 19h a Rambla Canaletes, pel Dia Mundial contra la Violència de Gènere. Aquesta convocatòria és especialment important en un moment on s'està atacant el dret de les dones a decidir lliurement sobre el seu cos. La lluita continua. 

Preguntes sense respostes (Per Carles Pastor)

Del debat o taula rodona entre Ramón Jáuregui (PSOE) i Joan Coscubiela (ICV), que va organitzar Federalistes d’Esquerres dissabte passat al teatre Joventut de l’Hospitalet vaig notar a faltar que el dirigent socialista aprofundís en l’autocrítica pel paper jugat pel PSOE i el llavors president José Luis Rodríguez Zapatero al “fiasco” de l’Estatut. No n’hi ha prou amb admetre, com va fer Jáuregui, que es van cometre errors, així, en general, i passar per alt que Zapatero, de forma irresponsable, animés a Pasqual Maragall a portar a les Corts qualsevol projecte i que després ho negociés, a la baixa, amb Artur Mas, i , sobretot, que s’arronsés davant el ferotge atac del PP i no reaccionés davant la sentència del Tribunal Constitucional. Naturalment, la irresponsabilitat del Parlament en el seu conjunt per enviar a Madrid un text a esquenes del PP i que sabia inassumible passarà a la història dels errors, sinó dels horrors.






Jáuregui va oferir als catalans un procés de reforma constitucional que suposaria escoltar moltes vegades la seva veu:  en l’elecció a Corts Constituents, en l’elaboració de la Constitució reformada, en el posterior referèndum constitucional i en l’elaboració i votació del nou Estatut reformat. La qual cosa resulta molt lògica i raonable. No obstant això, no va aclarir quina sortida s’hauria de donar davant la possibilitat que els diputats catalans, o els ciutadans catalans en el referèndum, rebutgessin per insuficient la reforma a la que s’arribés. El socialista va considerar impossible que la reforma constitucional no resultés satisfactòria per a les aspiracions de més i millor autogovern, però la falta d’acord no pot ni ha de ser descartat, tal com està la correlació de forces polítiques i ideològiques a les Espanyes i a la mateixa Catalunya. S’hauria d’obrir llavors una negociació perquè els catalans decideixin de forma sobirana el seu futur? I no val contestar que llavors ja es veurà, perquè això és el mateix que traslladar el problema uns quants anys més.
Pel que fa a Coscubiela, no va aclarir si la posició d’ICV serà seguir donant suport a un referèndum d’autodeterminació si no s’aconsegueix que la proposta que se sotmeti a votació permeti una resposta “inclusiva”, és a dir, que deixi oberta la porta a un nou acord amb la resta d’Espanya. Perquè si es tracta de triar entre independència i l’actual statu quo és clar que obligarà a decidir entre el foc i les brases. Encara que, com va dir Jáuregui, ¿com i qui administrarà la victòria d’una opció tan oberta (la “inclusiva”) que permeti més d’una lectura?
Hores després, l’ANC amenaçava amb noves mobilitzacions si la pregunta no era clarament sobre la independència i amb dos possibles respostes: sí o no (o abstenció, és clar), i portaveus qualificats de Convergència s’afanyaven a abraçar aquesta proposta. Participarà ICV en aquesta hipotètica nova onada de mobilitzacions o es despenjarà? La pregunta que permeti una resposta “inclusiva” –que ERC, CDC i l’ANC rebutgen– serà condició sine que non perquè ICV mantingui el seu suport a l’anomenat dret a decidir?

Massa preguntes sense respostes pels ciutadans i votants.

domingo, 24 de noviembre de 2013

A un mes vista (Por Manuel Cruz)

Se supone que dentro de poco más de un mes los ciudadanos de Cataluña conoceremos la fecha de la consulta y lo que en ella se nos preguntara. En todo caso, versará sobre algo de tan innegable trascendencia como el encaje (o si ha de haber alguno) de Cataluña en España. Probablemente estamos tan enredados en el día a día, se nos reclama tanto la atención con pequeños episodios cotidianos relacionados con el proceso, que no calibramos adecuadamente la importancia del hecho de que, a estas alturas, ignoremos por completo lo que se nos va a preguntar, asunto que se ha transformado en objeto de mera transacción política. Sin duda, estamos en un momento histórico pero que, precisamente por serlo, está poniendo a prueba a nuestros representantes políticos. Y no creo que pueda decirse que están saliendo airosos del trance.
Podríamos señalar muchas contradicciones, múltiples silencios, incontables evasivas. Pero tal vez baste con señalar una sola cosa, con formular una simple pregunta: ¿es cierto que en privado los mismos políticos que en sus declaraciones públicas convocan al pueblo de Cataluña al combate final por la consulta comentan que ésta no se llevará a cabo? De ser así, el reproche democrático que deberían sufrir por su silencio habría de ser ejemplar. ¿O es que acaso no tiene derecho la ciudadanía a compartir los motivos de la pesimista percepción de sus representantes?


¿Es cierto que en privado los mismos políticos que en sus declaraciones públicas convocan al pueblo de Cataluña al combate final por la consulta comentan que ésta no se llevará a cabo? 

Pero éstos andan muy tranquilos porque saben que, al menos en primera instancia, el reproche público no se va a producir. No funcionan los contrapesos. Los medios de comunicación -antaño definidos, un tanto enfáticamente, como cuarto poder y hoy atenazados por la brutal crisis del sector, que les convierte en rehenes de los poderes económicos y políticos, por no hablar de la docilidad de los de titularidad pública- hace tiempo que dejaron de cumplir la función de contrapeso critico que en el pasado pudieron desempeñar, incluso con gran brillantez.
Ha llegado un momento en el que el principal problema de los ciudadanos ya no es la orfandad política (el hecho de que no consigan encontrar formaciones políticas en las que sentirse representados) sino la indefensión en la que se encuentran ante las manipulaciones de las que son objeto de manera permanente. Los políticos se muestran incapaces de cumplir compromisos de ningún tipo con la ciudadanía, que no sale de su asombro ante sus continuos volantazos. Los mismos políticos que, eso sí, tras cada nueva corrección del rumbo reiteran el mensaje de que la hoja de ruta permanece intacta.
No hace falta que nos demoremos ahora en enumerarlos. A estas alturas, incluso la lógica ha padecido demasiado (sin ir más lejos, identificando consulta con decisión: ¿acaso expresar una opinión no se diferencia en nada de adoptar una decisión?). Por ello, mejor que apliquemos nuestras energías a lo que más importa. Autoconvoquémonos, de los modos que estén a nuestro alcance, a la tarea política de la que quienes debieran asumirla (más interesados, según parece, en movilizar que en clarificar, en agitar que en debatir, en soliviantar que en solucionar) han hecho dejación. A fin de cuentas, para eso, para contribuir a que nuestras propuestas se abran camino en medio de tanto ruido, nos hemos constituido. 

jueves, 21 de noviembre de 2013

A ver si lo entiendo (Por Antonio Sitges-Serra)

El pasado miércoles, Agustín Sala publicaba en El Periódico un magnífico artículo resumiendo el tremendo asunto de los bonos patrióticos emitidos por primera vez en 2010 por la Generalitat del tripartito y posteriormente por la de CiU-ERC. Aunque relativamente lego en cuestiones de economía, creo haber entendido, horrorizado, que los hechos se han desarrollado de acuerdo con la siguiente secuencia:



1) En 2010 la Generalitat de José Montilla necesita liquidez y Antoni Castells anuncia una emisión de bonos para inversores particulares al 5% a dos años. La emisión se cubre rápidamente.
2) La medida es criticada por CiU en la oposición, pero luego, cuando CiU llega al gobierno, Mas i Mas-Collell repiten las emisiones, hecho por el que no son criticados por quienes lo hicieron antes, lógicamente.
3) Los susodichos bonos son adquiridos por catalanes pudientes a través de bancos y cajas que se quedarán en su momento con una comisión del 2%. Ya se sabe: la banca siempre gana.
4) No sabemos qué hace exactamente la Generalitat con el dinero que obtiene de los inversores particulares porque sigue recortando por todas partes. Sospechamos que nuestro Govern se apunta al consagrado dicho catalán: “qui dies passa, anys empeny”. Tapa agujeros pero no afronta reformas estructurales.
5) Llega la fecha de devolver las inversiones a los generosos patriotas que acudieron a salvar a la Generalitat de la usura centralista. Como era de esperar –y todos sabían con mucha antelación- la Generalitat no tiene ni cinco, pero, en vez de declararse insolvente, que es lo que en realidad es, nuestro Govern pide dinero al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), es decir, a la Hacienda del Estado, la cual le concede un crédito ventajoso con dos años de carencia y a bajo interés.
6) Gracias al dinero prestado a la Generalitat por el FLA, los catalanes patriotas cobran rigurosamente en el plazo previsto y, como quien no quiere la cosa, nos endeudan a todos un poco más.  
7) Y para mayor y más grande hipocresía, nuestros gobernantes y nuestros catalanes patriotas (y pudientes) se atreven -sin sonroja alguna- a proponernos la independencia.

¿Pero de qué van?

domingo, 17 de noviembre de 2013

Otra grieta grave del soberanismo: la seguridad (Por Carlos Jiménez Villarejo)

La Resolución del Parlament de 27 de Septiembre sobre el futuro de Catalunya es una suma de propósitos confusos y de manifiestos errores. Pero, sobre todo, pretende construir un llamado proceso de “transición nacional” a partir de una realidad, la actual, que expresa a un tiempo el desmantelamiento del Estado Social de Derecho y políticas autoritarias, es decir, describe un futuro que inspira temor a los ciudadanos demócratas.


El pasado 15 de Noviembre, el Juzgado de Instrucción nº 20 de Barcelona, con ocasión de la causa abierta contra varios Mossos por la violenta muerte de Juan Andrés Benitez en el Raval afirma que respecto al “delito contra la vida” que se persigue, se “estima clara y meridiana la implicación de todos los imputados” por lo que adopta medidas cautelares contra ellos. Es la última actuación contra la violencia policial de ese Cuerpo. Pero es una continuidad que viene de lejos. Entre los años 2008 y 2010, se incoaron contra los Mossos 605 procedimientos penales, por los que se celebraron 383 juicios orales. Los jueces y tribunales dictaron 355 absoluciones y 28 sentencias condenatorias. Son cifras oficiales y aterradoras, pese al bajo porcentaje de las condenas. Por todo ello, se adoptaron medidas para prevenir los abusos como, entre otras, la instalación de videocámaras en los centros de detención policial. Pero, sobre todo, se creó el Comité de Ética de la Policía que elaboró  el Código Ético de la Policía, aprobado el 17/11/2010, para favorecer la reacción ciudadana ante dichos abusos y, especialmente, regular con mas precisión y exigencia el cumplimiento de las funciones policiales con pleno respeto a los derechos fundamentales. Comité que debía formular un Informe Anual sobre el grado de aceptación y cumplimiento del Código. 

"Tras su triunfo electoral, CiU derogó el Código Ético de la Policía- aprobado en 2010 para favorecer la reacción ciudadana ante los abusos policiales- con un único fin: amparar  prácticas policiales lesivas de los derechos humanos"

Pero, tras el triunfo electoral de CiU, coalición a la que tanto apoya ahora ICV, el Conseller Puig, artífice de una política esencialmente represiva, el 26 de Enero de 2011 derogó el Código como muestra del rechazo a una concepción democrática del orden público.También para satisfacer las ansias revanchistas de los sindicatos policiales contra la aprobación de dicho Código. Y el Comité quedó en dique seco.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Una escalada de violencia policial y un incremento de causas judiciales. Los ejemplos son incesantes. Noticias como ”Imputados tres mossos por la detención de un periodista”, ”a juicio dos mossos por golpear un motorista”, ”La muerte de un empresario enfanga otra vez a los Mossos” y así sucesivamente. La situación es tan grave que el Govern, por Decret 222/2013, de 3 de Septiembre, se ve obligado a crear un nuevo Comité de Ética de la Policía, eso sí, con unas funciones más limitadas que las del anterior, con “una naturaleza eminentemente asesora” sobre “materia de ética policial” y, con toda clase de precauciones, se le atribuye “Contribuir al impulso de las propuestas oportunas para la elaboración y actualización de la normativa deontológica policial y, si procede, a su codificación…”. Por si acaso, no caben mas reservas legales. Pero el agravamiento de la situación ha llevado a la Resolución parlamentaria ya citada, en su apartado XXVI-8 sobre “Seguretat”,  a referirse “al recién creado Comité de Ética de la Policía”, lo que evidentemente no responde a la verdad y, lo que aún resulta mas mezquino, encomendarle “la redacción del Código de ética de la Policía de Catalunya…” para fomentar “las buenas prácticas policiales”. Código ya existente y derogado por el  propio Gobierno de CiU con un único fin, como enseguida se comprobó, amparar  prácticas policiales lesivas de los derechos humanos. Ese es el llamado “Estado propio” al que aspiran. Los ciudadanos catalanes, democráticamente, lo impediremos.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Tiempo de espera (Por Antonio Elorza)

En un reciente intercambio de mensajes os dije que la lectura de la ponencia presentada a la Conferencia del PSOE me había producido desolación. Vaya una vez más por delante que voto socialista y que deseo todo lo mejor para su actuación política, sobre todo pensando en el camino al infierno en que consiste últimamente la política de Rajoy, Wert, Botella & Co. Después de la conferencia no sé ya que decir. Tal vez es mejor callar y esperar a que se tomen la política –no la supervivencia del grupo dirigente- en serio.

La estrella de la mañana ha sido la intervención de Susana Díaz. Nadie ha puesto luego de relieve la fenomenal estupidez que supone, en términos políticos, la apasionada declaración de amor a los socialistas catalanes, al no ir a acompañada de una sola idea. “Vamos todos juntos…”. Pero, ¿adónde?
Parece que Pere Navarro se baja del autobús que lleva a la consulta. ¿Por qué ahora y no antes? Todo se cuece fuera de la mirada del público, mientras en la ponencia se insiste una y otra vez en la participación como clave de éxito del PSOE. Rubalcaba habla luego con Durán sobre la necesidad del “diálogo”. ¿No sería útil preguntarse primero sobre qué se va a dialogar/negociar?
El PSOE desenterró en Granada su federalismo y la opción, bien desarrollada, no se encuentra, a mi juicio, condenada de antemano al fracaso. Como sabemos, nada se ha hecho aprovechando la Conferencia, más allá de proclamar la simpleza de que el Estado federal garantiza un poder fuerte y el respeto de la diversidad al mismo tiempo. Hace un año, preguntado por el tema, Rubalcaba se escapó diciendo que ya el PSOE tenía un comité federal; ahora insiste recordando las veces que el término “federal” figura en los Estatutos del partido. En suma, peor que nada.
El tema no es secundario hoy ni para España ni para Cataluña. Es preciso que los socialistas se mojen precisando las líneas maestras, y apuntando solución a los temas espinosos, para que su profesión de fe federal sea creíble. Es preciso que abran un debate, llegado el caso, sobre ese proyecto.
De seguir el camino actual, con el federalismo convertido en el escaparate de una operación de marketing político, por mucha “discrepancia pactada” que actúe en la sombra, el resultado no puede ser otro que la incapacidad para ofrecer a los ciudadanos una elección racional. Las irracionales ya están sobre la mesa.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Una lectura de la conferencia del PSOE (Por José Luis López Bulla)


He tenido la oportunidad de leer de cabo a rabo el texto programático que los socialistas están discutiendo este fin de semana en Madrid. Agradezco al amigo Carlos Combalía que me lo enviara hace ya algunas semanas. Así es que he tenido tiempo para sacar algunas conclusiones provisionales a la espera de ver en qué acaba el evento. De momento no entraré en la pormenorización de las propuestas del texto programático (eso lo dejaremos para otra ocasión) sino en dos cuestiones de orden general.
Primera. --  Aunque los redactores han procurado no dejarse nada (o pocas cosas) en el tintero es evidente que se trata de una vasta elaboración en toda una serie de materias, económicas, sociales, políticas y culturales que, también de momento, no valoraré. Sin embargo, en esta primera consideración me interesa sacar a colación a C.B. Macpherson. El mismo que en La democracia liberal y su época se interrogaba lo siguiente: «¿Qué tipo de Estado hacía falta para este tipo de sociedad?» (pág. 50). O, lo que es lo mismo, qué tipo de Estado hace falta para el mejor acomodo posible de las propuestas de los socialistas.
Me explico: el grupo dirigente del PSOE ha estado desacertado en no situar la «cuestión federal» en el texto programático. De manera que no es posible saber en qué eje de coordenadas se inscriben sus propuestas. Entiendo, pues, que no será útil esta conferencia porque –para evitar una cuestión tan espinosa en ciertos sectores, ¿solamente en las vacas sagradas?--  establece una escisión entre las propuestas (ya planteadas) y el «modelo de Estado que hace falta» (todavía por definir). Pongamos que hablo de lo siguiente: de la reforma fiscal en un Estado federal y sus implicaciones en las políticas de welfare en dicho Estado federal.
Segunda cuestión.--  De una atenta lectura se constatan dos cosas: a) una ausencia de jerarquía de las propuestas y, por tanto, una cierta confusión de prioridades; y b) una absoluta desatención por los vínculos y compatibilidades entre todas y cada una de las propuestas. Esto último es un vicio generalizado de la política y, ¿por qué no decirlo?, de las propuestas de los sujetos sociales, incluido el sindicalismo confederal. Es como si las diversas variables de un polinomio algebraico no estuvieran vinculadas entre-sí. O, como he dicho en otras ocasiones: un conjunto de tapas variadas (por magníficas que fueran) no conforman un menú. Que la política no es una ciencia exacta (o ni tan siquiera una ciencia, sino un artificio) no impugna la mayor. 
Apostilla.--  La verdadera apuesta por el federalismo de los socialistas se verá cuando su literatura programática encaje, con los menos chirridos posibles, en el tipo de «Estado que se necesita». Y la sostenibilidad de las mismas se verá a prueba tras el establecimiento de los vínculos y compatibilidades de todas ellas entre sí, esto es, de la consistencia del polinomio.  

jueves, 7 de noviembre de 2013

1492, 1714, 1938 (Per Lluís Bosch)


Escric aquestes ratlles el dia en què fa 521 anys que Colón (Colom, Columbus?) va posar els peus en una illa americana. Les efemèrides tenen un aire de nostàlgia, folclore i romanticisme. Els esdeveniments de la història són com els prats d'herba verda, vistos de lluny. Quan t'hi apropes massa, descobreixes que l'herba és plena de formigues, punxes i excrements del bestiar. Vista d'aprop, l'arribada de les naus a Amèrica és un relat de cobdícia,  extermini i sífilis.
Escric el mateix dia que Artur Mas acut a la beatificació d'uns capellans morts durant la guerra civil espanyola. Un acte al qual no hi va assistir gaire públic i que no obstant això no ha generat cap debat sobre les majories silencioses. És el mateix president que desmenatella el Memorial Democràtic. Joana Ortega, vice-presidenta de Mas i responsable del Memorial va expressar, en accedir al càrrec, que el tema de les víctimes de la guerra i del franquisme perdia importància, perquè ja n'hi ha prou del tema i perquè al capdavall, de víctimes de la guerra n'hi va haver moltes. Ara he entès a què es referia. Veient la fotografia de Mas envoltat per la cúria es comprèn molt millor a Joana Ortega: que cadascú enterri els seus morts.

Entre juliol i novembre d'enguany es compleixen els 75 anys de la batalla de l'Ebre, el moment clau de la nostra guerra. L'instant fatídíc que assenyala el final de la democràcia, els drets civils i les llibertats a Espanya o a l'Estat espanyol, deprèn de com es vulgui anomenar. L'instant que assenyala també un punt d'inflexió a tota Europa, ja que en paraules de la historiadora Angela Jackson, la batalla de l'Ebre es pot catalogar com la primera gran batalla de la segona guerra mundial. L'efemèride no ha merescut cap desplegament pressupostari ni institucional: els actes de commemoració que s'estan fent van a càrrec de les entitats ciutadanes, d'antics voluntaris anglesos, d'associacions ebrenques que malden per mantenir el delicat fil de la nostra memòria.
A La Bisbal de Falset, on he anat a veure un d'aquests actes, la commemoració és un acte profundament íntim, vivencial i sobretot artesanal. No hi va anar el president, ni cap conseller.
Uns dies més tard i pocs quilòmetres més enllà, el President Mas es deixa retratar amb els bisbes, en l'acte de beatificació d'un sector clau del franquisme. Fa un posat seriós, adopta una actitud greu i severa. Gairebé sense paraules, Mas és terriblement loquaç. Em recorda vagament el rostre hieràtic però explícit de Michael Corleone a l'enterrament del seu pare. Un somriure estudiat i lleu que s'envolta de solemnitat. No és una expressió que diu i jo què hi faig aquí? sinó algú que diu sé perfectament què faig aquí. La comparació pot semblar exagerada, grotesca i odiosa. Però la imatge té un aire de..., un no sé què.
Aquest govern que es manifesta en un acte i no en un altre és també el govern que engega una campanya de tres milions d'euros per a commemorar la batalla barcelonina de 1714 (fa 300 anys). L'estètica dels pasquins que omplen Barcelona preten dir-nos que els barcelonins de 1714 i els de 2013 som els mateixos. Als textos que circulen s'accentua que la data de 1714 significa la pèrdua de les llibertats dels catalans o la desaparició de les institucions nacionals. No sóc capaç de llegir on s'explica que la societat de 1714 era una societat feudal, que els ciutadans de Barcelona no tenien més drets que el plaer de ser súbdits del Comte i que aquelles institucions eren les del feudalisme.
Sento que la batalla de l'Ebre (1938, fa tan sols 75 anys) sí que representa la fi de les meves llibertats, i que tal vegada no hem recuperat gran cosa del què vam perdre llavors, quan sí que érem ciutadans d'una democràcia. No sé com explicar-me els oblits selectius i les eleccions perilloses del govern. Commemorem la batalla de 1714 amb tres milions d'euros i oblidem olímpicament la de 1938?  No serà que finalment allò que es vol obviar és el vell problema de la lluita de classes? Deu ser fàcil explicar la guerra de 1714 com una guerra de bons contra dolents (catalans contra espanyols) i molt difícil explicar en la mateixa clau la batalla del 1938. A les trinxeres de l'Ebre hi van morir murcians, andalusos, polonesos, catalans, asturians, lleonesos, gallecs, anglesos, navarresos, extremenys, rumanesos, valencians, aragonesos, canadencs, alemanys.
Molts d'aquests encara són allà, sota les pedres i la runa, sota el fang. Sota les oliveres i els ametllers. Sota les vinyes del vi, entre els marges. Ells van formar la terra on visc i la terra per on camino. En realitat i malgrat tot, li agraeixo a l'Artur que no vagi allà, que no hi vagi mai ni digui res, que no em profani la meva terra.  

domingo, 3 de noviembre de 2013

Élites tóxicas, pluralidad enferma (Por Margarita Rivière)


El reduccionismo de nuestras élites es una constante. Son incapaces de ver cómo un mundo sin fronteras va mucho más allá de ser una oportunidad de negocio y de dominio en el propio beneficio: no saben nada del enriquecimiento cultural de los intercambios humanos y los saberes plurales


Sin fronteras. No es un tópico. El todavía inacabado caso del espionaje masivo es una de las caras de un mundo en el que todos dependemos de todos y no tenemos demasiada idea de la dimensión de esta interdependencia. La montaña de datos sobre nuestras vidas es desbordante, pero estoy entre los escépticos sobre cómo se interpretan estos datos. Creo que nunca llegarán a conocernos y estoy convencida de que quienes organizan e interpretan tales ‘conocimientos’ sólo ven una parte sesgada de la realidad, una parte influida por dos tóxicos venenosos: ganar dinero y afán de poder.
Permitidme esta simplificación: hay suficientes precedentes de que la élite que nos dirige (incluyo ahí a las élites globales y a las locales, todas tan parecidas en su toxicidad) es incapaz de abrir su cerebro a otros objetivos que no sean el poder y el dinero. Ellos organizan el planeta de modo homogéneo y conciben la realidad humana a medida de su pobre inteligencia. Utilizan, es un ejemplo, los fabulosos avances de la tecnología no a beneficio de los seres humanos sino de acuerdo con sus lamentables límites mentales.  Enmascaran su tóxico trabajo con buenísimas intenciones: todo es por nuestro bien.
Todos vemos como inventos fabulosos, tal como la televisión que debía haber sido una ventana abierta al mundo, ha acabado en las peores manos posibles. Las consecuencias son diversas: subrayo la educación de la sensibilidad humana de tantos espectadores de televisión hacia lo banal, el individualismo y la indiferencia.  El resultado de la combinación de la cultura del dinero con la del espectáculo que explota los sentimientos más primarios moldea individuos clónicamente parecidos a esas élites causantes de su ‘enfermedad’: seres sin capacidad crítica, de horizontes limitados y moralidad adaptable a intereses ajenos.
Este reduccionismo de nuestras élites es una constante, allí y aquí mismo. Son incapaces de ver cómo un mundo sin fronteras va mucho más allá de ser una oportunidad de negocio y de dominio en el propio beneficio: no saben nada del enriquecimiento cultural de los intercambios humanos y los saberes plurales. Lo extraordinario de nuestro mundo contemporáneo es precisamente la variedad de experiencias humanas y de conocimientos diversos que ofrece. Seguro que no hace falta que lo subraye en este blog: todos lo sabíamos. Ser de izquierdas es también apertura al mundo y su realidad para compartir experiencias y riquezas culturales y materiales. Y hay otra diferencia: las élites tóxicas se reconocen unas a otras globalmente en sus intereses de influencia y ‘omertá’ (como Eurovegas), la izquierda prefiere hablar de amigos, equipos y horizontes de colaboración para los ciudadanos del mundo.

Necesitaba aclarar (ya que es la primera vez que intervengo en este foro) cual es mi punto de partida, antes de expresar mi total asombro frente a todo aquel que en este mundo interrelacionado que vivimos y en el cual compartimos sobre todo esas culturas hegemónicas teledirigidas, pretenda declarar un utópico e indefinido ‘derecho a decidir’ que enmascara un todavía más utópico horizonte de independencia política. Sobre todo si se trata de reclamarlo para un territorio, como el de nuestra actual Cataluña que, a lo largo de su historia, se ha conllevado (no podía ser de otra manera) con toda clase de influencias exteriores y ha integrado de diversas formas a la gente más distinta.
¿Por qué el cierre de esta cultura abierta? ¿No es esta apertura una de las grandes lecciones de nuestra historia de la que podemos estar bien orgullosos como catalanes? Esta sería, para mí, la incógnita: ¿por qué esta deriva?
Solo puedo trabajar sobre hipótesis basadas en experiencias históricas y, por supuesto, contemporáneas. Lo que las generaciones que hoy convivimos hemos vivido es la extraña experiencia de que la utopía independentista se apodera de la ortodoxia cultural y de la opinión dominante, tras los mejores treinta años de la historia de este rincón del mundo, que Cataluña ha logrado, precisamente, junto a la democracia española. ¿Por qué este salto, más allá del condicionante de la crisis económica y de los cambios propios de una cultura ‘global’  a la que he hecho referencia?
¿Qué ha cambiado para que los catalanes hayan dejado de ser un pueblo integrador de mestizajes diversos a querer ser un todo homogéneo, unidireccional y autorreferencial? Mi formación como periodista y observadora/investigadora de nuestra sociedad me lleva a contemplar una evolución que ha cultivado este sentimiento de autocomplacencia (a lo largo de los 23 años de Jordi Pujol, que se prolongaron con los dos tripartitos de Maragall –que quiso ser Pujol- y Montilla –que quiso ser Maragall-) que impermeabiliza  las sensibilidades de las nuevas generaciones. Éstas creen ser muy abiertas (a la tecnología, a la ultramodernidad y a la globalización) y acaban siendo el fruto de lo que Marshall McLuhan definió como la ‘aldea global’. Para ser claros, al igual que tantos norteamericanos, provincianos convencidos de ser el ombligo del mundo, hemos recogido el fruto de una cultura que se ve a sí misma como el ‘no va más’, pero es incapaz de mirar más allá de su nariz y entender la obvia riqueza de la pluralidad de sus miembros y también de sus vecinos a quienes, sin grandeza o generosidad alguna, acaban excluyendo (¿o se trata, mejor, de una autoexclusión?).

¿Qué ha cambiado para que los catalanes hayan dejado de ser un pueblo integrador de mestizajes diversos a querer ser un todo homogéneo, unidireccional y autorreferencial?

No estoy entre quienes piensan que aquí la gente nace cosmopolita: eso se aprende abriéndose al mundo. Josep Pla hablaba del ‘vuelo gallináceo’ tan propio del país. Pero personalmente he visto como el prestigio de Barcelona, como ciudad creativa (en diseño, música, cine, arte, moda, etcétera) ha ido decreciendo a medida que lo ‘gallináceo’ iba avanzando. He visto como la gente más creativa se iba, por ejemplo, a Madrid masivamente (los periodistas de cierta época, actores de teatro…). Tuve la suerte de conocer esa Barcelona pionera en los setenta de la democracia y de una cultura sin mordazas y veo hoy en mi entorno como callan mis colegas bajo el peso de una hegemonía cultural que ha transformado ‘lo propio de esta Cataluña imaginada independiente’ en norma social capaz de integrar o rechazar, sin miramientos. Yo misma he escrito mucho sobre este tema desde los años ochenta.  Creo que es ocioso insistir en esos cambios obvios y observables en nuestro entorno.
Me interesa sí subrayar que el cambio ha sido impulsado por unas élites poco capaces de apreciar la riqueza humana y cultural de la pluralidad interna del país y de su entorno: las sociedades democráticas no son monolíticas en ningún caso. Esas élites catalanas, poco estudiadas con el rigor y seriedad necesarias todavía, componen un grupo dirigente perfectamente capaz de utilizar todos los recursos mediáticos y culturales para incidir en la sensibilidad mayoritaria y acrítica, premiando la docilidad constantemente desde los ochenta hasta ahora mismo. No hay improvisación sino diseño histórico modelado a voluntad del programador de nuestra colectividad.
En eso, las élites burguesas catalanas que surgieron a partir de los años setenta en sustitución de las antiguas élites de la burguesía industrial conservadora (tan ambiguamente catalanistas como españolistas) han sido muy hábiles en su estrategia moderada pero inagotablemente populista que ha cultivado el victimismo más elemental. También han sido siempre incapaces de reconocer su escasa capacidad de gestión del día a día catalán y de conexión con otras élites españolas, salvo con aquellas relacionadas con negocios sin transparencia o políticamente complementarias (¿cuánto ha ayudado el cierre del Gobierno Rajoy al crecimiento del independentismo?). Esas nuevas élites han heredado del franquismo algunos hábitos como el caciquismo transformado en un clientelismo interesado que expresa perfectamente su idea de que el territorio es algo así como su finca particular.

Las nuevas élites han heredado del franquismo algunos hábitos como el caciquismo transformado en un clientelismo interesado que expresa la idea de que el territorio es algo así como su finca particular. ¿Y si la realidad de la utópica independencia acaba siendo la reproducción de ese caciquismo clientelar y monocorde?

No hago otra cosa que intentar describir el panorama en el que los catalanes nos hemos movido en las tres últimas décadas. ¿Y si la realidad de la utópica independencia acaba siendo la reproducción de ese caciquismo clientelar y monocorde? ¿No hay demasiada oscuridad en un proyecto especialmente tocado por el populismo más claro? ¿Dónde están los líderes que expliquen qué futuro concreto se vislumbra? Nunca hemos leído en la prensa de aquí artículos que analicen seriamente, con rigor sociológico, este tipo de conductas y cabe preguntarse el porqué de tal silencio. El temor a represalias, de cualquier tipo, es sin duda, importante. Cabe imaginar que pese al silencio quedan en Cataluña mentes capaces de analizar estas cosas con precisión, lo que está claro es que esas tesis no gustan a quién es capaz de dar curso público a su expresión. No existe transparencia alguna, salvo en escasos ejemplos.
No quiero extenderme más. Creo que si algo puede hacer este movimiento de encuentro de gente que piensa que la izquierda sigue teniendo un imprescindible espacio social es, precisamente ayudar a poner de manifiesto que ese espacio social existe. Nuestra reivindicación, por tanto, es la de la pura existencia de la pluralidad. Elemental, sin duda. Qué días, como dijo Brecht en los que hay que luchar por lo que es evidente. En eso estamos, amigos.
Hacen falta élites (minorías) honestas, inteligentes, abiertas y transparentes. Élites no tóxicas que devuelvan a la pluralidad catalana su plural expresión ¿Mucho pedir? Como ciudadana del mundo sé que siempre son las minorías erradas quienes causan los mayores conflictos de la historia mientras las mayorías se asombran y callan porque temen.