Ha llegado la hora de exigir responsabilidades no sólo políticas sino, sobre todo, penales, de parte de las autoridades europeas y nacionales. Por la omisión del deber de socorrer a tantas miles de personas en peligro como por el maltrato moral y físico a que son sometidos los refugiados por el sólo propósito de salvar sus vidas o huir de la represión y el hambre
Fotografías de Anna Surinyach sobre el éxodo de refugiados proyectadas en el acto ‘Europa ante la crisis de los refugiados. Una respuesta federal y solidaria'
Las más de 300 personas que
murieron cerca de Lampedusa en Octubre de 2013 fueron la primera expresión
masiva de la tragedia humanitaria que afronta Europa desde hace muchos años.
Como ha dicho Bernard-Henri
Lévy recientemente en un artículo del diario El País, la crisis de los
refugiados está “dinamitando Europa”, expresa el “retorno de los egoísmos
nacionales” y la instauración de la “ley de la jungla”.
La reciente reacción del
Consejo Europeo no ha podido ser mas reaccionaria y cruel. Ya lo adelantaron
los acuerdos de febrero de 2015: ”El objetivo debe ser, rapidamente, contener
la afuencia de llegadas, proteger nuestras fronteras interiores, reducir la
migración ilegal y salvaguardar la integridad del espacio Schengen”. Ya no se
hablaba de refugiados sino de “flujos migratorios” o “entradas ilegales”. Ni
una cita de la tragedia humanitaria que, desde hacía muchos meses, estaba
ocurriendo en las fronteras europeas. Eso si, se requería a la OTAN, no para
salvar vidas, sino para “el reconocimiento, seguimiento y vigilancia del cruce
ilegal de fronteras en el mar Egeo”.
Ante esta realidad, los
textos de la UE se vuelven meramente declarativos. El derecho a la vida,
expresión de la inviolable dignidad humana, el principio de solidaridad, el
derecho de asilo, la prohibición de expulsiones colectivas y así sucesivamente
constituyen una provocación frente a la defensa de los derechos humanos. Sobre
todo, cuando tambien se dispone la posibilidad de “recurrir a medios y
militares para misiones humanitarias y de rescate” (Art. 43 del Tratado de la
UE). Otra mentira.
El resultado es que, según
la ONG MIGREUROP, Europa está en guerra contra los refugiados e inmigrantes,
como resulta de la oposición de muchos Estados miembros a aceptar y cumplir los
principios básicos de solidaridad y la propia normativa europea.
La consecuencia es que
Europa ha declarado un estado de excepción para aquellas personas, imponiendo
una abierta discriminación que las reduce a un espacio de no-derecho, de limbo
jurídico, un régimen propio de un colonialismo interno, que, obviamente,
favorece toda clase de abusos, como no cesamos de comprobar a diario. Como lo
ha calificado el Profesor Javier de Lucas, la UE está en guerra contra los
inmigrantes y ahora, también, contra los refugiados, una guerra que en no pocos
aspectos tiene las características de guerra sucia
y clandestina” (Mediterráneo: El naufragio de Europa. Editorial
Tirant Humanidades.Valencia 2015).
Régimen que aplican a
quienes tienen la fortuna de sobrevivir. Porque, según la ONG OIM, desde 2000
hasta 2014 han muerto en el Mediterráneo 22.394 personas, a una media de 1.500
por año. Ante esta realidad, ha llegado la hora de exigir responsabilidades no
sólo políticas sino, sobre todo, penales, de las autoridades europeas y nacionales.
No solo, como dijo el vicealcalde de Lampedusa, han abandonado la “cultura de
la vida”, sino otros muchos principios y normas que están presentes en los
ordenamientos penales. Por la omisión del deber de socorro a tantas miles de
personas en peligro como por el maltrato moral y físico a que son sometidos por
el sólo propósito de salvar sus vidas o huir de la represión y el hambre.
Espero que actos como este,
estimulen la exigencia de responsabilidades a los mandatarios europeos civiles
y militares y el comienzo del fin de la impunidad.
Ver el acto completo:
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